¿En qué momento naturalizamos el uso de animales para beneficio de los humanos? ¿Por qué asumimos como algo normal y aceptable la violencia contra otras especies? ¿En qué momento se desarrolla el especismo en los niños? En realidad, es casi inevitable, la sociedad nos moldea en ese sentido. Desde la infancia nos presentan juguetes especistas (artilugios para pescar pececitos, granjas en miniatura, caballitos para montar, etc.), nos llevan de excursión al zoo presentándolo como una actividad didáctica, o acudimos al circo, donde todo parece mágico y hermoso, y los animales hacen cosas sorprendentes.

especismo niños
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Los niños no nacen siendo especistas

Los cuentos y los libros de texto son también un apoyo en esta idea de que las demás especies animales están ahí para proveernos a los humanos, con algún tipo de servicio o directamente con el producto de su propio cuerpo. “Las gallinas dan huevos”, “las vacas dan leche’, nos explican desde bien pequeños. Mientras tanto, nos sirven en el plato un filete de ternera que difícilmente una mente infantil puede vincular con una cría de una vaca que en vida quizás tendría la misma altura que el infante que se la está comiendo. La disociación y la (mal)educación nos desconectan de la empatía y nos empujan al especismo. Pero hay una excelente noticia: los niños no nacen siendo especistas.

Esto parece haberlo confirmado un reciente estudio que demuestra que el sesgo especista se adquiere con la edad. Los investigadores Matti Wilikis, de la Universidad de Yale, y Lucius Caviola, de la Universidad de Harvard presentaron un dilema moral a adultos y a niños de entre 5 y 9 años en dos estudios distintos. Participaron 400 personas en total, 200 adultos y 200 menores. El estudio consistía básicamente en preguntarles a quién salvarían la vida entre un número variable de cerdos, perros y humanos. El dilema presentaba a una embarcación zozobrando, y los participantes del estudio tenían que decidir a quién rescatarían del naufragio, a un humano o a un animal. El animal a veces era un perro y otras un cerdo, y a veces en el barco había un ejemplar y en otras varios individuos, decenas o cien.  ¿Cuál fue el resultado? Pues los niños mostraron claramente una menor tendencia a priorizar a los humanos sobre los animales. En algunos supuestos escogían salvar a varios perros en vez de a un solo humano, y en la mayoría de los casos valoraban la vida del humano exactamente igual a la del perro.

Herencia social

Los resultados fueron muy claros entre los adultos. Un 85 por ciento de los participantes escogió salvar a los humanos, el 8% optó por los perros, y solamente un 4% se decantó por ayudar a los cerdos. Entre los niños, las respuestas estuvieron mucho más igualadas. El 35% quiso salvar a los humanos, el 28% eligió a los perros y el 37% restante no era capaz de decidirse. En el momento de elegir entre un humano y un cerdo, la diferencia sí se acusó un poco más, con un 57% de niños que optó por el humano frente al 18% que se posicionó por el animal. La razón se encuentra, como podemos imaginar, en el especismo, esa tendencia a priorizar a la propia especie y a valorar de forma inferior la vida de las demás. Como parece demostrar este fascinante y esperanzador estudio, los pequeños tienen una menor inclinación a entender el mundo de manera especista, pero con el paso de los años, a partir de la adolescencia, comienzan disociar su capacidad de empatizar y a convencerse de que los humanos ostentan una posición moral superior.

El especismo es una ideología adquirida socialmente y forma parte de ese adoctrinamiento que recibimos desde pequeños

El especismo es pues, una ideología adquirida socialmente, y forma parte de ese adoctrinamiento que recibimos desde pequeños para hacernos creer que el ser humano es el amo del mundo y tiene todo el derecho a hacer lo que considere necesario con las demás especies para su propio beneficio.

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¿Cómo incentivar la compasión y el respeto por los demás animales en los más pequeños?

Por una parte, es fácil si tenemos en cuenta que ellos no son especistas de forma espontánea y natural. Los niños, desde muy temprana edad, muestran una gran fascinación por la naturaleza y sus criaturas, y pueden manifestar un nivel de conexión y entendimiento que la mayoría de adultos han perdido. Por lo tanto, hay que alimentar esa parte de su personalidad haciéndoles ver que el respeto por las demás especies es un rasgo muy valioso. Pero a la vez hay que luchar contra los mensajes que lanza la sociedad en todo tipo de materiales, supuestamente didácticos, dirigidos a la infancia. Cuentos donde se muestran granjas de vacas felices, estampas idílicas de cerdos y gallinas encantados de dar su vida en sacrificio para ser servidos en el plato de alguien, etc.

Existe material didáctico y audiovisual que puede servir a madres, padres, tutores y docentes para fomentar en los más pequeños la empatía por los demás animales

Nos educan para que cosifiquemos a las demás especies, de manera que no somos capaces de ver a un cerdo como un animal inteligente, con personalidad y que disfruta de los mismos placeres que un perro o un niño; se convierte en un simple trozo de ‘jamón’. Cuando nos dicen que la vaca ‘da leche’ no nos explican que para ello hay que inseminar a una hembra, obligarla a parir y robarle a su cría, que, si es macho, será sacrificada para el consumo cárnico.

Para evitar que el especismo atrape a los niños, deben saber la verdad, siempre de forma adaptada a su edad, y teniendo en cuenta su desarrollo emocional y psicológico. No es necesario que conozcan todos los detalles de lo que ocurre en la industria ganadera, porque la realidad es tan cruda que incluso es difícil de asumir para los adultos mentalmente preparados. Afortunadamente, hoy día existe material didáctico y audiovisual que puede servir a madres, padres, tutores y docentes para fomentar en los más pequeños la empatía por los demás animales. Editoriales como ochodoscuatro, ediciones Diversa, o Fundación Alma Animal, ofrecen títulos didácticos para todas las edades, aunque realizando una búsqueda rápida en internet no es difícil encontrar cuentos y videos, pensados para los más pequeños. “El pez que sonreía”, “La ovejita que vino a cenar”, “Por eso no comemos animales”, “El cazador y la tribu de los Lazulis”, “Como tú” o “Dora soñadora”, son algunos libros para el público infantil que pueden formar parte de sus bibliotecas.

El sistema educativo transmite la idea de que los animales están ahí para servirnos, y por lo general, no se deja espacio al debate ni al pensamiento crítico

La educación empieza en casa

La educación antiespecista empieza desde casa, y además de brindarles una información adecuada, sin mentir, es importante realizar con ellos actividades que fomenten su conexión natural con la naturaleza y los animales. Alejemos a los niños y niñas de las jaulas, de las cadenas, de lugares donde los animales están expuestos o utilizados como juguetes. Hay que enseñarles (o más bien, reafirmarles) que ninguna vida vale más que otra, que todas son diferentes, pero igualmente relevantes y únicas, y que todos tenemos derecho a vivir libres y en paz. A medida que los menores van creciendo, tendrán que enfrentarse a mensajes fuertemente especistas en el colegio, ya que el sistema educativo transmite la idea de que los animales están ahí para servirnos, y por lo general, no se deja espacio al debate ni al pensamiento crítico. Sin embargo, la empatía y una argumentación bien razonada, son las dos mejores herramientas con las que combatir el especismo.

Autora: Noemí Alba, Activista por los derechos de los animales

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