¿Qué es la vegefobia? ¿Es una fobia a los vegetales? ¿Existe tal cosa? No exactamente. Vegefobia es un término acuñado durante una de las manifestaciones por los derechos de los animales organizadas por Veggie Pride en París. En el año 2011 esta organización definió la vegefobia como “el rechazo al vegetarianismo y veganismo éticos (aquellos cuya motivación es defender a los animales y evitar su explotación y maltrato) y la discriminación hacia las personas vegetarianas y veganas”. ¿Por qué se especifica que el rechazo es hacia el vegetarianismo-veganismo éticos y no hacia otros tipos? El vegetarianismo que se elige por motivos de salud, sostenibilidad, “gustos personales” o por razones espirituales está relativamente bien aceptado socialmente, ya que no cuestiona el orden establecido. Sin embargo, los vegetarianos, y principalmente los veganos que lo son porque se oponen a la explotación animal, son quienes se enfrentan a la hostilidad social ya que con su modo de vida están cuestionando nuestra sociedad especista.

Vegefobia: la estrategia para proteger el especismo

¿Qué es el especismo?

El especismo, término ya aceptado por la RAE, se define según la academia como “la creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlos en beneficio propio.”

El especismo está profundamente arraigado en nuestra sociedad y por ello es invisible, lo hemos normalizado. Las personas que desafían la idea de que es, como expresó Melanie Joy, “normal, natural y necesario” matar para comer se enfrentan por tanto a una tremenda hostilidad.

Esta hostilidad, o vegefobia, pretende proteger el orden especista y sus privilegios y se manifiesta de las siguientes formas:

  • Mediante burlas y “bromas”. Suelen ser la primera fase del acoso y a veces son difíciles de evitar porque se presentan “de buen rollo”. ¿Quién está tan amargado para no reírse con una broma? Estas “inocentes” bromas pueden ser muy variadas, pero hay algunos patrones que se repiten: las que se burlan del sentimentalismo del vegano en cuestión, las que ponen en entredicho su estado de salud, las que se burlan del aspecto y sabor de los alimentos veganos, las que pretender “tentar” al vegano a probar algún producto animal, incluso poniéndoselo en su plato entre risas, y las que niegan cualquier valor moral al veganismo porque “Hitler era vegetariano” (esta falsedad es ya un clásico).
  • Mediante la invisibilización. El veganismo es una filosofía de vida con repercusiones sociales y políticas. El veganismo es lo contrario al especismo y pretende concienciar a la sociedad acerca de la injusticia que supone el uso de animales para nuestro disfrute. Los veganos son un testimonio vivo y real de que es posible vivir bien sin necesidad de explotar animales, por tanto su mera presencia interpela directamente la conciencia de cualquier persona no vegana, incluso sin necesidad de decir nada. Varias estrategias buscan invisibilizar a los veganos para evitar tener que enfrentarse con esta realidad. Una muy exitosa es no proporcionar opciones veganas en restaurantes, comedores escolares, y cualquier lugar público, dificultando o impidiendo así su participación social y perpetuando el mito de que los veganos “solo comen lechuga” y que son gente “un poco excéntrica”. Otra estrategia consiste en tratar el veganismo de forma despectiva en los medios de comunicación, presentando solo aspectos anecdóticos o pintorescos, enfatizando las dificultades y sobre todo, rehuyendo el debate sobre la cuestión subyacente: la explotación animal y el derecho de los animales a una vida digna y sin sufrimiento.En el año 2011 un estudio realizado en el Reino Unido (uno de los países con mayor tolerancia y libertad de expresión del mundo) examinó 397 artículos publicados en medios de comunicación que contenían los términos vegano o veganismo y encontró que el 74% de las afirmaciones relacionadas tenían un tono negativo. Entre las restantes, solo el 5% eran positivas, el 20% se consideraron “neutrales”. Los comentarios negativos más frecuentes eran los que ridiculizaban al veganismo, los que lo describían como difícil o impracticable, los que lo equiparaban con una moda y los que describían a los veganos como personas resentidas y agresivas. Por último, otra forma de invisibilización, que es una forma sutil y aparentemente bienintencionada de vegefobia, es aquella que equipara el vegetarianismo y el veganismo con una religión. Como las religiones se respetan, pero no se cuestionan, al vegetariano o vegano personalmente se le respeta, incluso se le admira, siempre que se mantenga en silencio y no trate de convencer a nadie de sus puntos de vista. Se sigue esquivando de esta manera el debate sobre los derechos animales y se despolitiza la causa vegana, convirtiéndola en una “cuestión personal-espiritual”.
  • Discriminación institucional. El sistema sanitario es la principal institución donde los vegetarianos y veganos encuentran hostilidad manifiesta en su vida diaria. Los profesionales sin formación en nutrición que regañan y amenazan a sus pacientes vegetarianos y veganos son la norma. Los prejuicios pueden llevar incluso a casos donde no se diagnostique una enfermedad porque los síntomas se achaquen al veganismo del paciente. La discriminación sanitaria se ceba especialmente con las familias veganas. Periódicamente nos encontramos con intentos de criminalización de los padres veganos por parte de autoridades sanitarias de algún país (Italia, 2016; Bélgica 2019), que son convenientemente publicitados en los medios de todo el mundo. Las dificultades de las familias veganas se extienden al sistema educativo, donde los derechos de niños y niñas veganos a vivir de acuerdo con sus creencias son sistemáticamente violentados.

Vegefobia: la estrategia para proteger el especismo

Las personas que desafían la idea de que es “normal, natural y necesario” matar para comer se enfrentan a una tremenda hostilidad

¿Cómo reaccionan los vegetarianos y veganos ante la vegefobia que experimentan en sus vidas?

La vegefobia social ejerce una presión indudable en ellos, pero muchos vegetarianos y veganos ni siquiera la reconocen como un mecanismo de control social, sino que creen que simplemente han tenido la mala suerte de cruzarse con personas poco respetuosas.

En muchos casos la reacción de defensa ante los ataques vegefóbicos consiste en “quedarse en el armario”: no decir a nadie que se es vegetariano o vegano, y si hay que decirlo, negar que sea por motivos éticos. Pedir disculpas por las molestias causadas es una reacción frecuente, así como aceptar menús de baja calidad o platos que contengan ingredientes animales “para no ofender” a quien lo preparó. Muchos vegetarianos y veganos se han convencido a sí mismos de que causar buena impresión y resultar una “persona fácil” en las interacciones sociales es una medida efectiva para convencer a la gente de las bondades de ser vegetariano o vegano y sumar adhesiones a la causa; sin embargo nadie ha demostrado que esta estrategia sea realmente eficaz.

Las personas vegetarianas y veganas somos la única voz que tienen los animales para reclamar sus derechos. Si nosotras nos escondemos y callamos, nunca habrá debate y ellos seguirán sufriendo. Combatir la vegefobia y exigir que se respete nuestro derecho a vivir de acuerdo a nuestros principios y a expresar nuestra opinión en voz alta es una medida imprescindible si queremos terminar con el sufrimiento animal.

Las personas vegetarianas y veganas somos la única voz que tienen los animales para reclamar sus derechos

Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra | www.creciendoenverde.com

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