Violencia es violencia y no deberíamos discriminar si esta se ejerce sobre animales no humanos o animales humanos, porque la violencia nunca se comporta de manera aislada, de una forma u otra terminará arremetiendo sin freno contra seres humanos y contra todos aquellos seres que se crucen en su siniestro recorrido.

La violencia hacia los animales sigue su camino hasta repercutir en toda la sociedad

Sabemos que los individuos crueles con los animales tienen más probabilidades de ser también crueles con los humanos. Esta evidencia ha sido estudiada, aunque todavía superficialmente, por expertos en criminología, sobre todo en las sociedades anglosajonas.

El FBI ha realizado diversos estudios estadísticos a partir de la recopilación de datos desde 1929, en Estados Unidos. Uno de los más conocidos sobre las biografías y los comportamientos de diferentes asesinos en serie, concluye que al menos un 46% de éstos maltrataba y mataba animales durante su infancia y adolescencia, como preámbulo para cometer crímenes contra seres humanos. En las conclusiones se destaca que la crueldad o la negligencia hacia animales suele ser una señal de alarma indicadora que existen otras formas de maltrato y violencia, dado que el maltrato a animales rara vez ocurre de manera aislada. Otras conclusiones destacan que: los maltratadores que también maltratan animales son más peligrosos y más agresivos. Tener antecedentes en maltrato animal es uno de los 4 factores de riesgo más significativos para ejercer violencia machista. En los casos de violencia familiar y violencia machista, los maltratadores suelen maltratar, matar o amenazar a los animales de compañía delante de sus víctimas humanas con la finalidad de atemorizarlas dado el vínculo emocional existente entre las víctimas humanas y no humanas.

“El maltrato a los animales es una cuestión de ética, salud mental y seguridad pública. Si no lo tomamos en consideración, incurrimos en mala praxis.” Dra. Núria Querol Viñas, fundadora de GEVHA.

Desde 2016, en Estados Unidos el maltrato a los animales se registra como un delito contra la sociedad dada la importancia de la naturaleza del delito en sí y su probable relación con otros crímenes violentos como violencia hacia la pareja, agresiones sexuales, maltrato infantil o maltrato a ancianos.

Se ha creado una Comisión de seguimiento para analizar medidas preventivas y de intervención donde participa la doctora, profesora e investigadora catalana especialista en violencia, Núria Querol Viñas, fundadora de GEVHA (Grupo para el Estudio de la Violencia Hacia Humanos y Animales), creado en el año 2000 con el objetivo de dar a conocer estudios, dada la escasez de material y expertos en nuestro país sobre esta materia crucial.

“La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales.” Mahatma Gandhi

Pero el recorrido de la violencia hacia los animales no concentra su peor cara en el ámbito familiar. Afortunadamente, el maltrato animal en el ámbito doméstico genera un profundo rechazo social, pero en las sociedades especistas, la mayor violencia ejercida sobre los animales se produce de forma institucionalizada y organizada en una serie de engranajes cuya arquitectura está perfectamente diseñada para mantenerse invisible y como parte integral de nuestra cultura y modus vivendi: mataderos, laboratorios, vestimenta, comercio de «mascotas» fiestas populares y entretenimiento, etc.

En sociedades como la nuestra, los seres humanos hemos desarrollado un modo de vida y de producción de riqueza a costa de la explotación de los demás animales y del ser humano por el ser humano. La crueldad institucionalizada contra los animales alimenta las atrocidades que se infringen entre seres humanos provocando la dureza de corazón que las hace posibles: primero los humanos explotan y matan a los animales; entonces tratan a otras personas como animales y les hacen lo mismo.

La violencia hacia los animales sigue su camino hasta repercutir en toda la sociedad

“Auschwitz empieza donde quiera que alguien mira un matadero y piensa: son sólo animales.” Theodor Adorno

Mirando hacia el pasado, encontraremos el paradigma más ilustrativo de las conexiones entre la violencia institucionalizada hacia animales humanos y no humanos.

En el año 1865, se inauguró en la ciudad de Chicago el primer gran matadero industrial de la Historia. Gracias a la aplicación de técnicas industriales de producción masiva en ganadería, fue posible empezar a comercializar carne de res a precios populares para su consumo diario. Cuarenta años más tarde, el magnate de la industria automovilística Henry Ford y su jefe de ventas William Klan, visitaron las instalaciones de dicho matadero y ambos quedaron fascinados por la eficiencia del trabajo en cadena: un animal entraba vivo y en un tiempo récord salía descuartizado y empaquetado. En aquellos mismos instantes, Ford imaginó el proceso de despiece del animal a la inversa, para aplicarlo en su fábrica de coches.

Ford se inspiró en los mataderos para hacer más eficiente su negocio de coches y el nazismo se inspiró en los sistemas de Ford para crear los campos de exterminio y desarrollar la muerte en cadena de seres humanos, de forma rápida y eficiente.

Los nazis crearon la industria del genocidio siguiendo los métodos de la industria automovilística que se había inspirado en los métodos de despiece de los mataderos industriales de Chicago. El macabro recorrido de la concupiscencia terminó arremetiendo contra seres humanos. Parte por parte, matar es más fácil, tanto en el matadero de animales, como en el matadero de humanos.

El historiador estadounidense Charles Patterson vio un paralelismo entre la matanza de animales en la sociedad contemporánea y el Holocausto, lo que le llevó a escribir el libro Eternal Treblinka: Our Treatment of Animals and the Holocaust, cuya versión en castellano fue traducida por Ramón Sala y editada por Milenio.

“Mientras haya mataderos, habrá campos de batalla.” León Tolstoy

Recientemente, diferentes investigaciones, algunas con cámara oculta y otras al descubierto, han podido documentar cómo en la industria cárnica se maltrata de forma activa y de forma pasiva a los animales. El maltrato es inherente a esta industria. Programas televisivos prime time con grandes audiencias lo han mostrado con toda su crudeza, pero también han denunciado ante la opinión pública que las trabajadoras de los mataderos también son víctimas de la violencia del mismo sistema. En Cataluña, primera región productora de carne en Europa, miles de trabajadores (en su gran mayoría inmigrantes) sufren un trato laboral degradante en condiciones de esclavitud. Estas trabajadoras se han organizado en el movimiento Càrnies en Lluita. En 2006, el documental Fast Food Nation dirigido por Richard Linklater también denunciaba las condiciones de trabajo de los empleados de los mataderos de California.

No debe extrañarnos que sean las personas que se encuentren en situación vulnerable aquellas que terminan trabajando en los mataderos, pues es un tipo de trabajo que genera rechazo y estas personas son víctimas de un maltrato social. La mayoría de personas afirman que no serían capaces de matar un animal con sus propias manos, sin embargo prefieren pagar a un sujeto anónimo para que realice este trabajo sucio.

Autora: Helena Escoda Casas, Licenciada en Historia (UAB)

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