Para educar a un niño hace falta una tribu entera es un proverbio africano repetido hasta la saciedad por educadores, psicólogos y filósofos y que recalca la importancia del papel de la comunidad, de la sociedad en su conjunto, en la crianza. Criar en solitario no es beneficioso ni para los niños y niñas ni para sus madres y padres.

Veganismo y sociedad
¿Pero qué pasa cuando esa tribu, esa comunidad, no solo no comparte tus valores sino que incluso es decididamente hostil a ellos? En la sociedad multicultural y globalizada actual hemos aceptado que esa «tribu» del proverbio no es ya un grupo homogéneo y monocromático, sino una red que acepta y respeta la diversidad y la pluralidad. Pero esto es más teórico que real. Cuando los principios fundamentales en los que se basa una sociedad se sienten atacados, la tolerancia y el respeto por las opiniones y formas de vida disidentes disminuyen en picado. El miedo, y con él la agresividad, hacen su aparición.
Las sociedades especistas se basan en el dominio humano sobre las demás especies animales. De este dominio se obtiene un beneficio económico y se deriva una forma de vida. La filosofía que alimenta a las sociedades especistas es el carnismo, término magistralmente acuñado por la psicóloga estadounidense Melanie Joy y descrito como el sistema invisible de creencias que condiciona a sus miembros a comer unos animales (y no otros). Al ser un sistema de creencias dominante e invisible, no se cuestiona y no se percibe como una elección, sino como un hecho natural. Comer carne, y en general, usar animales en cualquier esfera de la vida pública y privada, se considera en palabras de Melanie Joy, «normal, natural y necesario».
El carnismo nunca ha sido cuestionado y está profundamente enraizado en nuestra sociedad. El único «contra-sistema» al carnismo es el veganismo, y este es un movimiento muy reciente y aún muy minoritario. Ni siquiera el vegetarianismo cuestiona el carnismo ni desafía los principios de la sociedad especista. El veganismo, sí.
Por ello el veganismo debe ser combatido de cualquier forma y con cualquier método que sea posible: principalmente mediante la invalidación y distorsión, la ridiculización, el ostracismo social y la invisibilización. Más recientemente se intenta su “incorporación” a la sociedad como una opción culinaria y de estilo de vida más, que genera su propio mercado y dispone de sus propios influencers. Con esta falsa aceptación se logra su despolitización y se desactiva su activismo («que coman y vistan lo que quieran, pero que no cuestionen al resto»).
El veganismo en las escuelas
Aunque cuando pensamos en educación nos viene a la cabeza automáticamente el término escuela, la escuela no es, aparte de la familia, la única institución donde se educan los menores, pero sí la principal. La escuela es una transmisora esencial y muy eficiente, del carnismo. Si una de las principales funciones de la escuela es preparar a los niños y niñas para integrarse en la sociedad, la escuela carnista prepara de forma excelente para integrarse en la sociedad especista.
Al ser un sistema de creencias dominante e invisible, no se cuestiona y no se percibe como una elección, sino como un hecho natural
Cuando pensamos en las dificultades de los niños veganos en la escuela, lo primero que se nos viene a la cabeza son los menús repletos de productos animales, sin alternativas veganas, y en la negativa de muchas escuelas a adaptar estos menús para sus alumnos y alumnas veganas (en contraste con la adaptación que sí se hace para otros sistemas de creencias). Y efectivamente, este asunto, práctico, cotidiano y esencial, genera una enorme ansiedad en la mayoría de las familias veganas. Pero el adoctrinamiento especista va más allá de la hora del comedor: está presente en los cuentos que se leen en clase, en las canciones que se cantan, en las obras teatrales que se representan, en las visitas escolares a zoológicos, granjas, acuarios y mercados, en las fiestas de cumpleaños de los compañeros de clase. Todas estas actividades, que para una persona condicionada en el modelo carnista son normales y agradables, se convierten en un calvario para los alumnos y alumnas veganos y para sus familias.
El castigo social
Los humanos necesitamos sentirnos aceptados en nuestra comunidad. El ostracismo social es una forma de castigo que causa un daño emocional inmenso y que lleva en algunos casos al suicidio. De forma inconsciente todos tratamos de evitar sentirnos excluidos y esto puede incluso conducirnos a hacer cosas en contra de nuestros principios.

Muchas madres y padres veganos se asustan cuando piensan en la futura incorporación de sus hijos al sistema educativo y no son pocos los que consideran abandonar el veganismo u ocultarlo en la escuela para evitarle al niño o a la niña una posible discriminación y rechazo por parte de profesores y compañeros. Es un miedo comprensible y delata el verdadero alcance de la pretendida «aceptación e inclusividad» de las escuelas actuales.
Cómo transmitir valores no convencionales
Desgraciadamente, no hay recetas ni consejos que se puedan aplicar en todas las situaciones. Cada familia vive unas circunstancias únicas dependiendo de su red de apoyo familiar y social y de la escuela con la que se relacionen.
La familia inmediata sigue siendo la principal educadora y transmisora de valores al menos en los primeros años. El ejemplo, lo que hacemos y decimos en casa a diario, es el maestro principal de niñas y niños. Ellos observan cada gesto y cada detalle y si ven que el mensaje es lógico y coherente lo asumen como propio.
El adoctrinamiento especista va más allá de la hora del comedor
Hasta que no cumplen 3 años, la mayoría de los niños no van a darse cuenta de que en su casa se come y vive diferente. Cuando llegan a esta edad y empiezan a hacer preguntas se les puede contestar de forma directa, pero con un vocabulario adaptado a su capacidad de comprensión. Hay muchos cuentos infantiles que ayudan a explicar los conceptos del veganismo.
Los malentendidos y conflictos van a aparecer tarde o temprano. Siempre que podamos deberíamos tratar de convertirlos en oportunidades para educar en el respeto a todas las personas, sean cuales sean sus creencias. Es importante enseñar con el ejemplo que no tenemos que estar de acuerdo con lo que una persona piensa para respetarla. También tenemos que enseñar que nosotros merecemos respeto y no aceptar situaciones de burlas, acoso o abuso.
No debemos convertir a los niños/as en activistas ni usarlos como armas para desarrollar nuestro propio activismo. Ni tienen los recursos ni es su misión y puede dañarlos psicológicamente. Esto significa también que debemos apartarlos de las discusiones que se produzcan con los responsables de la escuela, incluso con otros miembros de la familia. Si nuestro hijo o hija está sufriendo una situación de discriminación en la escuela o en otro lugar, es nuestra obligación resolverla, ellos no tienen la capacidad para hacerlo. El bienestar físico y emocional del menor siempre debe prevalecer por encima de cualquier ideología incluso si esto significa cambiar de centro educativo o de actividad extraescolar.
Encuentra tu propia tribu
Es normal sentir a veces frustración y soledad durante la crianza de hijos e hijas veganos. Los grupos de padres y madres veganos pueden ser de mucha ayuda al compartir experiencias, consejos y recursos que han resultado útiles para otras familias en circunstancias similares. También pueden ser una oportunidad para que tus hijos conozcan y compartan actividades con otros niños y niñas veganos. Esto los enriquecerá y ayudará a no sentirse aislados y diferentes.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra
Suscríbete a la Newsletter y recibe Bueno y Vegano gratis cada mes en tu correo
Bueno y Vegano, tu mensual 100% vegano
Bueno y Vegano Julio 2023