Si has crecido en cualquier país occidental es imposible que no hayas escuchado una y mil veces todas las supuestas bondades de la leche de vaca, narradas siempre por la industria láctea. Cientos de anuncios en radio, televisión y revistas de todo tipo, mostrando niños y niñas radiantes con sus bigotes de leche, vacas y terneros pastando felices en prados paradisíacos, mujeres delgadas, deportivas y activas con su leche desnatada bajo el brazo, y apuestos hombres de negocios, deportistas y cantantes que no se pueden resistir a un vaso de leche de vaca, todos ellos te ayudaron a interiorizar estos mensajes como si fueran una verdad incuestionable.

leche de vaca
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Publicidad frente a evidencia científica

La idea de que la leche de vaca es imprescindible para una buena salud, de que es la única fuente de calcio y de que por su aporte de nutrientes es insustituible, ha sido universal hasta hace no mucho. Desgraciadamente para la industria láctea, está siendo la propia ciencia la que se está encargando de desmontar estos mitos. Como afirma la escuela de nutrición de la Universidad de Harvard: “los estudios científicos no han demostrado que un alto consumo de leche produzca un beneficio consistente en la salud ósea y, además, sugieren que podría producir efectos adversos en ciertas afecciones como el cáncer de próstata”.

El Plato Saludable de Harvard, la guía para alimentarnos bien que propone esta universidad, recomienda no superar los 250g de lácteos al día, lo que equivaldría a no más de un vaso de leche, y sugiere incluir otras fuentes más saludables de calcio, como las legumbres, la leche de soja enriquecida, el tofu o las verduras de hoja verde.

Cientos de anuncios en radio, televisión y revistas de todo tipo, mostrando niños y niñas radiantes con sus bigotes de leche

Pero vayamos más allá de la cantidad máxima recomendable: ¿se puede vivir sin leche en absoluto? Depende de la edad que tengas.

¿Tienes menos de dos años?

Entonces necesitas la leche de tu madre, de tu propia especie. La leche de otro animal no es apropiada para un bebé humano por multitud de razones. De hecho, las fórmulas para bebés que se preparan con leche de vaca en realidad no llevan leche de vaca sin más. De la leche de vaca se extrae el suero, que es la parte que contiene las proteínas y la lactosa, pero no la grasa. Este suero se mezcla con una combinación de aceites vegetales y a la mezcla resultante se le añaden a continuación una serie de vitaminas y minerales. El objetivo es que este preparado se parezca lo más posible, en cuanto a su contenido en nutrientes, a la leche humana.

No es posible abrir un tetra brick de leche de vaca o de cabra procedente del supermercado y dársela a un bebé, ya que enfermaría gravemente. En el pasado, antes de que se pudieran preparar fórmulas lácteas para bebés en laboratorios, los humanos ya nos habíamos dado cuenta de esto. ¿Qué se hacía cuando un bebé no podía ser amamantado por su madre? Lo primero era buscar a otra mujer que estuviera dando el pecho y ver si podía adoptarlo como madre nodriza. Si esto no era posible se recurría a la leche de animales domesticadas – vacas, ovejas, cabras…que generalmente se diluían con agua o con agua y azúcar. Aun así la mortalidad entre los bebés que perdían a sus madres y no podían ser amamantados era muy alta.

Desarrollo del bebé humano

Los bebés humanos crecen muy despacio en comparación con otras especies, pero el desarrollo del cerebro es muchísimo más intenso y prolongado. Por esta razón la leche humana tiene mucha más lactosa (el combustible principal para el cerebro) y muy pocas proteínas. La gran cantidad de proteínas que contiene la leche de vaca, necesaria para convertir un ternero de 30 kg al nacimiento en uno de 150 kg a los tres meses y de 300 kg entre los 6-8 meses, son tóxicas para los riñones y otros órganos del bebé humano. Un ternero puede engordar en un día lo que un bebé humano engorda en un mes.

La composición de la leche humana se conoce con bastante detalle y desde hace décadas se puede reproducir bastante bien en laboratorio. Por supuesto nunca será el alimento original que cada mujer produce de forma específica para su hijo o hija y que además de nutrientes contiene enzimas, anticuerpos, probióticos y otras sustancias con múltiples efectos beneficiosos. Pero sí es suficiente para alimentar a un bebé y permitirle crecer y desarrollarse adecuadamente.

leche de vaca
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De la misma forma que se obtienen fórmulas para bebés a partir del suero de la leche de vaca, se pueden producir fórmulas a partir de la proteína de la soja o del arroz, o incluso del guisante. Igual que con el suero de la leche de vaca, la proteína vegetal se mezcla con una combinación de aceites vegetales, minerales y vitaminas para obtener una fórmula para bebés, pero en este caso 100% vegetal. La composición en cuanto a proteínas, azúcares y grasas es igual en todo tipo de fórmulas.

Las madres que no pueden amamantar ya no tienen por qué usar necesariamente una fórmula preparada con leche de vaca; pueden escoger en su lugar una fórmula vegetal, con la seguridad de que tiene las mismas propiedades nutritivas que cualquier otra.

¿Tienes más de dos años?

No necesitas ninguna leche. Los humanos, como las demás especies mamíferas, estamos preparados para nutrirnos con la leche de nuestras madres hasta que cumplimos 2-3 años (es posible que en el pasado la lactancia humana se prolongara unos años más), y una vez que hacemos la transición a una dieta variada de alimentos sólidos, la leche ya no es necesaria.

Desgraciadamente para la industria láctea, está siendo la propia ciencia la que se está encargando de desmontar estos mitos

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la leche de otros animales no ha estado presente en nuestra dieta. Se cree que no es hasta hace unos 3.000 años (es decir, muy recientemente), cuando algunos humanos que domesticaban animales en ciertas regiones de Europa, África y Oriente Medio, empezaron a beber leche de las vacas, ovejas y cabras. Al principio esta leche debía ser muy indigesta, ya que los adultos carecemos de la enzima lactasa, necesaria para digerir la lactosa de la leche. Con los años, esos humanos que continuaban bebiendo leche (probablemente porque vivían en regiones donde era difícil encontrar otros alimentos) dejaron de perder la enzima lactasa al crecer y se hicieron tolerantes a la lactosa y por tanto a la leche animal.

Sin embargo, una gran proporción de la población mundial adulta, sobre todo en Asia, sigue siendo intolerante a la lactosa y no incluyen los lácteos como alimento habitual. Debido a la presión de la industria láctea y al deseo a parecerse a los occidentales, muchas personas de países asiáticos, sudamericanos u otros, están intentando tomar más leche, incluso aunque no les siente bien. La industria láctea está respondiendo ofreciendo leche sin lactosa, una variedad cuyas ventas no dejan de aumentar, de hecho en España ya suponen más del 10% del total de leches de vaca disponibles en el supermercado. Y es que incluso en países europeos, tradicionalmente bebedores de leche, hasta un 30-40% de la población adulta refiere digerir mal la leche de vaca.

Es absurdo forzarse a tomar un producto que no sienta bien, que no ha demostrado tener los beneficios que se le han atribuido en el pasado, y que como nos recuerda la propia universidad de Harvard, su producción “impone una demanda considerable de tierra, agua y otros recursos naturales… además el ganado vacuno, ovino y caprino, generan metano, un poderoso gas de efecto invernadero”.

La leche de vaca no es necesaria y no es beneficiosa. Sigue una alimentación variada rica en frutas y verduras, legumbres, tofu, frutos secos y semillas, y obtendrás el calcio que necesitas.

AutoraMiriam Martínez Biarge, Médico Pediatra

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