Hace más de 20 años que yo soy vegano, y la única cosa de la que me arrepiento es de no haberlo hecho antes. Lo que me hizo retrasar el cambio fue mi adicción al queso. En esa época los quesos veganos no eran muy buenos, así que me resistía. Pero al final me decidí, resignándome a nunca más volver a comer quesos. Resultó ser mucho más fácil de lo que pensaba. Al cabo de un par de meses de ser vegano, mi adicción al queso desapareció, e incluso cuando veía un pedazo de queso ya no me parecía un objeto comestible.

Queso vegano y etiquetado
Años después, los avances en tecnología alimentaria ya han producido muchas variedades de queso vegano casi indistinguibles de su versión original animal, así que, de vez en cuando, como alguno. Pero la verdad es que los como poco y no me importa como los etiqueten.
Estos avances, y otros en el campo de la imitación de carne, han preocupado a las industrias de explotación animal, que se han visto amenazadas por una creciente competencia que les está reduciendo el número de clientes. Como consecuencia, exigieron que ninguno de los productos alternativos que imitan a comida de origen animal utilizaran en sus etiquetas los términos carnistas que ellos inventaron, como «hamburguesa», «salchicha», «leche», «queso», o «mantequilla», ya que los consideraban propiedad intelectual de su industria. La industria a base de plantas reaccionó, argumentando que tales términos son de uso común, y se refieren a formas, colores y texturas, no al origen animal o vegetal. La guerra de las etiquetas empezó.
Para nosotros, los términos que se usan son irrelevantes, siempre que los ingredientes estén bien especificados
Recorrido jurídico
Las primeras batallas las ganaron los carnistas. Consiguieron que la legislación de la UE prohibiera el uso de algunos términos relativos a la industria láctica, incluyendo «leche» o «queso», para alternativas vegetales de tales productos. Pero la segunda batalla la ganaron los veganos. En el 2020, los carnistas de la UE crearon la Enmienda 171 buscando endurecer aún más las reglas para ir más allá de los lácteos e incluir términos como «hamburguesa» o «salchicha». Sin embargo, en mayo del 2021, esta enmienda fue rechazada por el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo y la Comisión Europea.
Los carnistas no se dieron por vencidos, e intentaron ganar batallas más pequeñas. En concreto, en España. Magdalena Nevado, diputada del partido de extrema derecha Vox, propuso prohibir estos términos en España. Pero los veganos ganamos otra vez. La Comisión Española de Agricultura, Pesca y Alimentación del Congreso de los Diputados rechazó su propuesta en 2021 (con 15 votos a favor y 20 en contra).
En el futuro mundo vegano, los términos que todavía usamos que están vinculados a la agricultura animal y el carnismo, probablemente ya no se usarán
Los términos son irrelevantes
Pero para veganos como yo, que hace décadas que ya no usamos productos de origen animal, ¿qué significa esta batalla? La verdad es que significa poco. Para nosotros, los términos que se usan son irrelevantes, siempre que los ingredientes estén bien especificados. Por costumbre, nosotros leemos la lista de ingredientes, y eso es lo que nos hace decidir si el producto es adecuado para nosotros o no. Lo importante es la información para identificar ingredientes de origen animal, y los procesos en los que se utilizaron animales. A los reducetarianos y flexiterianos, quizás les importe más usar tales términos de origen carnista, pero ese es su problema. Estos son aquellos que aún están entre dos mundos, el mundo carnista y el vegano, y por tanto están un poco confundidos. Pero a los veganos que ya hace tiempo hemos aprendido lo que debemos comer, los nombres de los productos son bastante irrelevantes. De hecho, no nos fiamos si la etiqueta dice que el producto es vegano, y seguimos leyendo los ingredientes, por si acaso.
Lo que a los veganos como yo nos preocupa es que un producto sea tan parecido al producto original de origen animal, que no lo podamos diferenciar a primera vista. Es más preocupante el producto que la etiqueta, pero si la etiqueta ayuda a diferenciar un producto vegano de uno que no lo es, sin tener que leer la lista de ingredientes, eso es algo que yo no criticaría.
Por tanto, me parece a mí, que la guerra de las etiquetas no es entre carnistas y veganos, sino entre carnistas y reducetarianos/flexitarianos. Algo que no me concierne.
Autor: Jordi Casamitjana, Zoólogo especialista en comportamiento animal
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