Una de cada cinco muertes en el mundo se debe a una mala alimentación, lo que equivale a once millones de personas fallecidas cada año, una cifra superior a las muertes producidas por el tabaco. ¿Qué significa una “mala alimentación”? ¿Revisamos la pirámide alimentaria?

¿Adiós a la pirámide alimentaria?

Según los expertos, los factores alimentarios que más contribuyen a una mala dieta en la actualidad y que están relacionados con una muerte prematura son: el exceso de sal, la falta de cereales integrales, de frutas y verduras y de frutos secos y semillas. A nivel global tomamos menos de la mitad de la fruta y la verdura que deberíamos comer a diario y menos del 10% de la cantidad de frutos secos y semillas que se considera óptima para una buena salud.

¿Cómo se “arregla” esto? Los estados llevan décadas intentando mejorar la alimentación de la población, y para ello han publicado periódicamente guías con recomendaciones alimentarias. Con el fin de hacerlas más atractivas y fáciles de aprender, estas recomendaciones se han plasmado, de forma gráfica, tanto en “ruedas de alimentos” al principio, como en “pirámides” después  y recientemente en “platos”.

Las pirámides de alimentos se generalizaron en Estados Unidos a principio de los años 90. El gobierno estadounidense publicó la primera en 1992. Esta fue criticada por numerosos expertos en nutrición, ya que otorgaba a los cereales refinados y a la carne un papel en la dieta mayor del que debería corresponderles, de acuerdo a los estudios científicos del momento. Las sospechas de que había habido presión por parte de la industria cárnica y la industria del azúcar sobre el gobierno estadounidense a la hora de elaborar sus recomendaciones alimentarias siempre acompañaron a la publicación de las pirámides alimentarias. Tanto es así que la Universidad de Harvard y otros centros académicos decidieron publicar pirámides “alternativas” a la oficial, más basadas en la ciencia y más independientes de la presión de la industria alimentaria.

La comida no solo debe mantenernos sanos a nosotros sino que debe ser compatible con la sostenibilidad del planeta

Casi 20 años después, el gobierno estadounidense cambió la pirámide por un plato. ¿El motivo? La pirámide era confusa, no concretaba qué tipos de alimentos eran más o menos saludables, obligaba a pesar o medir porciones y no estaba consiguiendo sus objetivos de mejorar los hábitos alimentarios de los ciudadanos. El plato es un diseño mucho más sencillo y enormemente más fácil de entender ya que cada porción del plato se corresponde a la proporción de ese grupo de alimentos que deberíamos incluir en nuestra dieta.

Desde el principio el plato se dividió en cuatro porciones más o menos equivalentes, que representan las frutas, las verduras, los cereales y los alimentos proteicos (carne, pescado, legumbres, frutos secos y semillas). Desde la publicación del primer plato en el año 2011 el mensaje principal que se ha querido transmitir a la población ha sido que frutas y verduras deberían constituir el 50% de nuestra alimentación, y que al menos un 75-80% de nuestra dieta debería ser de origen vegetal.

El plato del gobierno estadounidense también recibió críticas por haber sido diseñado bajo la influencia de la industria alimentaria. Una vez más la Universidad de Harvard se animó a publicar  su propio plato, elaborado por expertos independientes de cualquier tipo de presión, y al que llamó “El Plato para Comer Saludable”,  aunque mucha gente lo conoce simplemente como “el plato de Harvard”. Estas guías por primera vez recomendaban que la mayoría de los cereales fueran integrales en vez de refinados, aconsejaba evitar la carne procesada y limitar otros tipos de carne roja y reconocía que los lácteos son opcionales y que en todo caso es preferible no abusar de ellos (no más de 2 raciones al día).

A lo largo de la última década casi todos los países occidentales están publicando sus guías alimentarias en forma de platos. Todos estos platos son muy similares en el sentido de que otorgan a los alimentos de origen vegetal el papel predominante, mientras que limitan la carne, el pescado y los lácteos a no más del 20% de la alimentación diaria (y siempre con carácter optativo). El plato más recientemente publicado, a principios de 2019, ha sido el del gobierno canadiense. Este plato enfatiza todavía más que los anteriores el papel de los alimentos vegetales en la alimentación diaria y propone elegir preferentemente proteínas vegetales en vez de animales, ya que reconoce que “una dieta rica en frutas y verduras se asocia con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular; comer más frutos secos y productos derivados de la soja puede mejorar los niveles de lípidos de la sangre, mientras que la carne procesada aumenta el riesgo de padecer cáncer de colon”.

¿Adiós a la pirámide alimentaria?

Y mientras estos cambios se suceden a nuestro alrededor, ¿qué ocurre en España? Pues nuestro país sigue publicando pirámides. La más reciente, elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, es del año 2017 y no parece que vayan a verse modificaciones pronto. Esta pirámide tiene los mismos inconvenientes en cuanto a falta de claridad y concreción que tenían las americanas de hace 15 años, pero además no recoge las nuevas recomendaciones para una alimentación saludable que sí están ya incluidas en los demás países de nuestro entorno.

La pirámide española concede a las frutas y verduras mucho menor espacio que en el resto de países, insiste en el consumo diario de lácteos sin ofrecer alternativas como hacen otras guías y no recomienda evitar el consumo de carne procesada (probadamente cancerígena según la Organización Mundial de la Salud), sino que sugiere un consumo “moderado”.  Esto es muy preocupante ya que la población española es una de las mayores consumidoras mundiales de carne per cápita, y estas guías indirectamente animan a seguir consumiéndola.

La población española es una de las mayores consumidoras mundiales de carne per cápita

Una alternativa algo mejor es la “Pirámide Alimenticia Saludable” de la Fundación Española del Corazón. Las verduras y las frutas están representadas en la base de esta pirámide lo que nos indica que son por el grupo que más volumen debería ocupar en nuestra dieta. La cantidad de lácteos propuesta es menor (1-2 raciones al día) aunque desafortunadamente no se señala que este grupo es opcional y no obligatorio;  y sí que establece que la carne roja y la carne procesada solo se deben consumir esporádicamente. Otro punto positivo es la recomendación explícita de incluir una pequeña ración de frutos secos a diario.

La Fundación Española del Corazón se ha animado recientemente a representar estas recomendaciones también en un “Plato Saludable”, mostrando las proporciones de alimentos en vez de cantidades absolutas. Esto es un paso en la buena dirección, pero necesitamos, y de forma urgente, más medidas educativas. Tenemos una de las tasas de obesidad infantil más altas del mundo y esto significa que las próximas generaciones de adultos van a tener una menor esperanza de vida que sus padres y una mayor tasa de enfermedades crónicas. Otro factor que no aparece en las guías alimentarias españolas, pero que ya está presente en las guías de otros países, es el factor medioambiental. La comida no solo debe mantenernos sanos a nosotros sino que debe ser compatible con la sostenibilidad del planeta. Ojalá no seamos los últimos en darnos cuenta.

Autora: Miriam Martínez Biarge,  Médico Pediatra | www.mipediatravegetariano.com

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