La ganadería convencional, la cría de mamíferos, aves y peces, es inviable. No tiene cabida en el futuro cercano, pues el despilfarro de agua, tierras, cosechas, etc. Y la emisión de gases de efecto invernadero serán insostenibles para nuestro Planeta… El futuro plantea dos alternativas posibles: comer proteína vegetal o comer proteína a base de insectos.
En 2030, tendremos que alimentar a más de 9.000 millones de seres humanos, además de a los miles de millones de animales que se crían anualmente para el consumo. El crecimiento de la clase media en los países emergentes ha disparado la demanda de alimentos de origen animal, no obstante, nuestro planeta ya no puede dar más de sí.
La entomofagia es el consumo de insectos por los seres humanos. Se practica sin tabúes en muchas culturas del mundo, principalmente en Asia, África y América Latina. La ingesta de insectos complementa la dieta de 2.000 millones de personas y se trata de un hábito que siempre ha estado presente en la conducta alimentaria de los seres humanos. Sin embargo, hoy, a los occidentales nos provoca una fuerte repulsa, aunque algunos digan que es exquisito manjar… Parafraseando al celebre antropologo Marvin Harris en su clásico «Bueno para Comer, Enigmas de alimentación y cultura. «(1985). «El rechazo euronorteamericano de los insectos como alimentos tiene poco que ver con el hecho de que estos transmitan enfermedades o con su asociación con la falta de higiene y la suciedad. La razón de que no los comamos no consiste en que sean sucios y repugnantes; más bien son sucios y repugnantes porque no los comemos«. (…) «La mayoría de especies de grandes simios que viven en la actualidad consume importantes cantidades de insectos«. (…) «…los monos pasan buena parte de su tiempo despiojándose mutuamente, lo cual no constituye una expresión de puro altruismo; los despiojadores comen tantos parásitos como quieren y, además, se aseguran de que los bribonzuelos son enviados a un lugar donde ya no puedan cometer más fechorías.» Comer insectos NO es antinatural. La mayoría de culturas del mundo no comparte el sentimiento de animadversión por la entomofagia de los occidentales.
Desde el 1 de enero de 2018, la legislación europea cataloga a los insectos comestibles como «nuevo alimento» (Reglamento (UE) 2015/2283) y la cría de insectos para el consumo humano está generando gran expectación en el sector agroalimentario. Se trata de una tendencia en auge, pues la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) destaca que ya son consumidos por más de 2.000 millones de personas. Por ello, según la misma FAO, se les puede considerar «el alimento del futuro» y Europa se halla un paso atrás respecto a los Estados Unidos.
Según el estudio presentado por FAO en mayo de 2013 en Roma, la cría de insectos en granjas presenta enormes ventajas respecto a la ganadería tradicional: son ricos en proteínas, vitaminas B1, B2 y B3, contienen omega 3 y 6, todos los aminoácidos esenciales, son una fuente importante de minerales como el hierro y no contienen grasas, ni colesterol. Por lo que respecta a sus beneficios para el medioambiente, su producción implica la emisión de un 99% menos de gases de efecto invernadero y reduce al mínimo la contaminación y el consumo de agua. Según los datos presentados por la FAO, en todo el mundo se consumen más de 1.900 especies de insectos comestibles y los más consumidos son los escarabajos (coleópteros, 31%), las orugas (lepidópteros, 18%) y las abejas, avispas y hormigas (himenópteros, 14%). Les siguen los saltamontes, las langostas y los grillos (ortópteros, 13%), las cigarras, los fulgoromorfos y saltahojas, las cochinillas y las chinches (hemípteros, 10%), las termitas (isópteros, 3%), las libélulas (odonatos, 3%) y las moscas (dípteros, 2%).
Debido a que son de sangre fría, los insectos no utilizan energía alimentaria para mantener la temperatura corporal. En promedio, los insectos consumen solo 2kg de pienso para producir 1kg de proteína. En el otro extremo del espectro, una vaca requiere 10kg de pienso para producir 1kg de carne de vacuno. Además, los insectos producen una reducida cantidad de estiércol, emisiones de metano, amoniaco y otros gases de efecto invernadero, todo lo cual contamina el medio ambiente. De hecho, los insectos pueden ser utilizados para descomponer los desechos, ayudando en los procesos de compostaje que devuelven los nutrientes a la tierra a la vez que reducen los malos olores.
Los occidentales sin saberlo también comemos algunos insectos. ¿Te da asco? Pues son el colorante rojo de muchos pintalabios y muchos helados, caramelos, gominolas, jarabes, mermeladas, bebidas, etc. El ácido carmínico (E-120, C.I. 75470, Natural Red 004) es una sustancia química compleja utilizada como colorante rojo extraído de la cochinilla (Dactylopius coccus) u otros insectos.
Dejando de lado los tabúes y las bromas, desde 2003, la FAO estudia muy seriamente las posibilidades que brindan los insectos y arácnidos (arañas y escorpiones) para garantizar la seguridad alimentaria en el futuro. Necesitamos encontrar soluciones y ponerlas en práctica.
Una de las muchas vías planteadas para abordar la seguridad alimentaria es a través de la cría de insectos. El primer paso, será la elaboración de piensos, pero a la larga será el consumo directo para los humanos, que se hará transformando los cuerpos de los insectos en harinas para pastas y barritas proteicas.
En 2014, la familia Siikonen, propietaria de una importante empresa de carne porcina de Finlandia, decidió dejar de criar cerdos y reconvertir el negocio familiar, pues se dieron cuenta que invertir en ganadería porcina era pan para hoy y hambre para mañana, dado que la ganadería convencional no será viable dentro de años. Los establos de esta granja encarcelaban a más de 1.200 cerdos y ahora retienen a millones de grillos. La comercialización de toda su producción está asegurada y será transformada en harina para piensos para no humanos, pero en el futuro, serán harinas destinadas directamente al consumo humano para la elaboración de pastas y barritas proteicas, de esta manera el consumidor no sentirá el rechazo que causaría consumir el grillo entero.
En España, una importante multinacional francesa ha sido pionera en la comercialización de insectos cocinados en sus hipermercados para el público general. La finalidad de esta apuesta arriesgada es ofrecer un producto más sostenible, pero también avisarnos que en el futuro no dispondremos de todos los alimentos que hoy encontramos en el súper… Y si hay carne, esta será muy cara.
Nunca sabremos con exactitud que nos depara el futuro… Sin embargo, los insectos NO son la única vía posible y quizá tampoco la mejor. Consumir directamente proteína vegetal sin explotar ni depender de animales para que la transformen es más sencillo, por ello, presenta todavía más ventajas para garantizar la seguridad alimentaria y apaciguar los efectos producidos por el cambio climático. Y tiene un diferencial muy importante: la ética en lo relativo al respeto que meren todos los animales humanos y no humanos. Sin duda, el mejor futuro es el Veganismo.
Autora: Helena Escoda Casas, Licenciada en Historia (UAB)
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Publicado en Bueno y Vegano Octubre 2018
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