Cada vez hay más niños y niñas creciendo en el seno de familias veganas. Para los niños el hecho de no comer animales es algo natural y lógico y no suelen tener ningún problema para aceptar el veganismo. Pero hay otro fenómeno también en aumento, y es el de los niños y niñas que aun habiendo sido criados de manera “convencional” rechazan seguir comiendo carne y pescado, y muchas veces también leche y huevos.

Niñ@s vegan@s

A partir de los 3 años los niños descubren y cuestionan el mundo donde viven. La inmensa mayoría de ellos, en un momento u otro van a darse cuenta de que la “comida” de su plato es en realidad parte del cuerpo de un animal y debido a su amor innato por los animales muchos se van a rebelar contra este hecho.

Aunque probablemente esta fase de la infancia haya existido siempre, hasta hace no mucho a estas “cosas de niños” no se les prestaba atención; a los niños se les contaba que esos animales “habían vivido felices y muerto sin sufrimiento” y que en cualquier caso ellos necesitaban comer carne y beber leche para poder crecer. No había lugar para la discusión y salvo muy contadas excepciones, los niños aprendían que así eran las cosas. Muchos ya no se volverían a plantear el tema durante el resto de su vida.

Sin embargo la sociedad está cambiando. Hoy la mayor parte de los adultos son conscientes en mayor o menor grado de las implicaciones del consumo de carne y lácteos en la salud humana, en las vidas de los animales y en la conservación del planeta, incluso aunque este conocimiento no les haga cambiar en principio su conducta.

Y entonces llegan el hijo o la hija y de la forma franca y genuina con que se expresan los niños, les dicen a sus padres que no van a seguir comiendo animales. Y en esta época es mucho más probable que el padre o la madre, en vez de descartar semejante idea como una locura infantil más, se paren a escuchar.

Me escriben muchos padres y madres confundidos ante esta situación, y es normal. Pero además de la confusión noto en ellos respeto y admiración. Saben dentro de sí que sus hijos tienen razón y que sus argumentos no pueden ser descartados sin más. Admiran la integridad y coherencia de sus hijos y observan fascinados y orgullosos como sus hijos asumen y llevan a cabo una decisión que ellos descartaron por “inconveniente”.

Aunque al principio parezca un drama, estas situaciones se resuelven generalmente de una manera positiva, sobre todo si las tomamos como una oportunidad para revisar y mejorar la dieta de toda la familia. La alimentación de una persona vegana no debería ser tan diferente a la de una no vegana; las verduras, frutas y cereales integrales deben constituir el 75% de la dieta de todas las personas. No es necesario que el resto de la familia deje de comer productos animales, es suficiente con preparar platos con una base vegetal (por ejemplo arroz, quinoa o pasta con verduras) que se puedan completar o bien con una proteína vegetal (garbanzos, lentejas, alubias, tofu, seitán, hamburguesa vegetal…), o bien con carne o pescado.

Con buena información y a veces asesoramiento profesional puntual, se puede planificar una dieta completa y bien equilibrada para toda la familia

Es importante recordar que cualquier persona que empiece a llevar una alimentación 100% vegetal debe tomar desde el primer momento un suplemento regular de vitamina B12.

No son pocos los casos de los padres y madres que se vuelven también veganos tras la decisión tomada por sus hijos. Probablemente porque la semilla ya estaba plantada y los hijos solo la ayudan a germinar…

Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra
Bueno y Vegano Octubre 2017

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