Tras el parón provocado por la pandemia de la COVID19, han vuelto los festejos con animales a nuestra geografía. También como consecuencia de cambios políticos en los gobiernos municipales y autonómicos.

Festejos con animales en España
Un verano más han vuelto las duras imágenes de animales acosados, maltratados y torturados en las llamadas fiestas populares de toda España. Así, por ejemplo, en Barbastro (Huesca) un toro embistió e hirió a varios becerros en la plaza de toros de la localidad oscense ante la mirada de menores, y en Denia (Valencia) un toro murió ahogado en los bous a la mar (toros a la mar). Éstos son tan sólo un par de ejemplos de la larga lista de animales maltratados para diversión de algunos humanos.
La España más oscura tiene su punto álgido durante el estío con cientos de fiestas populares en las que hay encierros -como los famosos Sanfermines (Pamplona)-, toros embolados -como el de Medinaceli (Soria)-, toros ensogados, toros a la mar, capeas, recortes o sueltas de vaquillas. Todos ellos, como las corridas de toros, comparten un mismo objetivo: torturar a bovinos, animales rumiantes y huidizos, protagonistas de estas fiestas de crueldad que en su mayoría se realizan en honor de santos y vírgenes con la bendición de la Iglesia y de las Administraciones que los toleran e incluso fomentan con subvenciones.
Los datos de los festejos taurinos
El número de festejos taurinos ha ido descendiendo de manera paulatina en los últimos años. En 2007, tal y como publica el Ministerio de Cultura y Deporte, se celebraron 3.651 y en 2017, 1.553. En 2018, 1.521, y en 2019, 1.425. La pandemia de la COVID-19 dio un respiro a los animales. En 2020, se celebraron 129 festejos taurinos, una cifra que representa un descenso interanual del 90,9%. En 2021, hubo un pequeño repunte con la celebración de 824 festejos y en 2022, con la vuelta a la normalidad, se dispararon al superar los de 2019 con 1.546.
A falta de datos de 2023, todavía se desconoce si la tendencia seguiLa vuelta de los festejos con animales rá al alza o es un aumento puntual debido al excedente de animales no utilizados en los años de la pandemia y a la rebaja de los precios.
La legislación española sigue permitiendo la celebración de los festejos taurinos y las administraciones públicas los siguen subvencionando
Las estadísticas desgranadas anteriormente del Ministerio de Cultura y Deporte dejan fuera a los festejos populares. Según la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET), en 2022, se celebraron 18.939 festejos populares, una cifra similar a la de 2019 (18.314) y superior a las de la década anterior. El citado informe indica que las comunidades de Valencia y Aragón están a la cabeza con 8.702 y 2.656 festejos respectivamente, seguidos de Castilla y León y Navarra.
Por su parte, las entidades animalistas AnimaNaturalis y Cas International han analizado los programas de fiestas de los 8.132 municipios españoles para conocer cuántos festejos populares con toros se celebran, a qué modalidad corresponden y qué presupuesto concreto tienen. Según publican en el estudio Fiestas Crueles. Financiación pública de las fiestas populares con toros en España, 1.820 municipios organizaron fiestas con toros destinando un presupuesto total de 42 millones de euros en 2019. «Esta cifra se mantiene más o menos estable año tras año en la mayoría de los municipios, aunque algunos la han llegado a doblar en 2023, como Fuenlabrada (Madrid)», destacan.
«Además, podemos asegurar que los Ayuntamientos están sufragando los gastos de forma directa e indirecta, y por al menos tres vías posibles: partiendo directamente del presupuesto municipal para fiestas, a través de subvenciones a las peñas taurinas para organizar los festejos, o bien a través de convenios con asociaciones o empresas, en las que se delega toda la organización de las fiestas mayores o patronales, las cuales incluyen también espectáculos con toros», añaden.

El sistema a favor de la tortura
La legislación española sigue permitiendo la celebración de los festejos taurinos y las administraciones públicas los siguen subvencionando. Ni siquiera el actual gobierno, autodenominado como «el más progresista de la historia», ha movido un dedo para poner fin a estos espectáculos anacrónicos. Lo cierto es que la tauromaquia sigue contando con un apoyo constante de los partidos mayoritarios: el Partido Popular (PP), abiertamente, y el Partido Socialista (PSOE), con algo más de disimulo, se las ingenian para conservar la mal llamada fiesta nacional.
Tampoco los partidos nacionalistas y regionalistas se han atrevido a poner coto a la tauromaquia. En Cataluña, en 2010, se prohibieron las corridas de toros, pero se blindaron los correbous con los votos a favor de la extinta CiU y ERC. Una ley, la que veta las corridas de toros, tumbada por el Tribunal Constitucional en 2016. A pesar de ello, los toros no han vuelto a los ruedos.
En Bilbao, en 2016, PNV, PSEEE y PP votaron en contra de realizar una consulta popular sobre la celebración de corridas de toros y este año el actual alcalde de la ciudad, Juan Mari Aburto (PNV), a pesar de no incluir las corridas de toros en el programa de fiestas ni de adquirir entradas, sí se dejó ver en el interior de la plaza de Vistalegre-Bilbao. Por su parte, la nueva alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, del Partido Foro Asturias, ha recuperado, dos años después, la feria taurina con la que había acabado su predecesora al no prorrogar la concesión de la plaza de toros de El Bibio, y lo ha hecho con el apoyo del PP y Vox.
Tanto en Bilbao como en Gijón han tenido lugar protestas en contra de la tauromaquia: cientos de personas salieron a las calles para mostrar su desacuerdo. Además, la asistencia a las plazas ha sido floja.
A pesar de ello, la mayoría de los políticos españoles prefieren seguir seducidos por el lobby taurino. Es más, hay una fuerte campaña para volver a fomentar la tauromaquia después de los resultados de las últimas elecciones municipales y autonómicas que han llevado al Partido Popular y a Vox a numerosos gobiernos.
Además, tienen claro que para mantener a flote el negocio hay que empezar por los niños
En Castilla y León, destinarán 640.000 euros a esta actividad, a través de la consejería de Cultura, Turismo y Deporte. De esta cantidad, 270.000 euros son para la Fundación Toro de Lidia –de manera directa y sin concurso– para la organización del circuito de novilladas con el que se ayuda en la carrera de aspirantes a profesionales taurinos.
No obstante, Madrid, la capital, se lleva la palma. El Gobierno de la Comunidad, liderado por Isabel Ayuso, ha aprobado duplicar el gasto destinado a Asuntos Taurinos, pasando de 3 a 6,3 millones.
Además, tienen claro que para mantener a flote el negocio hay que empezar por los niños. La Junta de Castilla y León ha patrocinado unas jornadas taurinas en Sahagún (León), en las que los niños aprenden a fabricar banderillas y a clavárselas a los toros; en las Islas Baleares, el acuerdo firmado entre PP y Vox incluye la intención de modificar la ley para que los menores de 18 años pueden volver a la plaza de toros; y en Castellón, la Diputación, anunció un programa con actividades taurinas para los más pequeños.
Es evidente que la tauromaquia ha ido perdiendo terreno en la sociedad española actual: las cifras de asistencia a las corridas de toros han disminuido, así como el interés que suscitan por televisión o por Internet, y las protestas antitaurinas han aumentado. También ha crecido el debate público sobre la protección de los animales: gran parte de los grupos animalistas intentan llevar el debate más allá de juegos políticos y formulan la siguiente cuestión: ¿Debe una sociedad considerar como un espectáculo torturar y matar a un animal?
Autora: Cristina Fernández, Periodista
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