¿Tú sabes si eres racista? La mayoría de la gente progresista te diría que no lo son, pero muchos de ellos confesarían que, a veces, han descubierto comportamientos y actitudes racistas en ellos mismos que, por ser sutiles, no las habían percibido antes.

Parte de esto es conocer lo que el racismo significa. Hoy en día, se interpreta de forma diferente. Se solía definir simplemente como «prejuicio, discriminación o antagonismo dirigido contra alguien de una raza diferente», pero hoy en día esta definición se ha extendido a «prejuicio, discriminación o antagonismo dirigido contra otras personas porque son de una raza o etnia diferente basada en una creencia de que la raza o la etnicidad es un determinante fundamental de los rasgos y capacidades humanas que producen una superioridad inherente de un grupo en particular; o un sistema político o social fundado en el racismo y diseñado para ejecutar sus principios». En otras palabras, la extensión desde solo raza biológica a raza y etnicidad, y la extensión desde perjuicio individual a discriminación sistémica.
Lo mismo ocurre con el especismo. Tal término fue acuñado por el psicólogo inglés Richard Ryder, quien lo hizo público en 1971, en un artículo sobre experimentación animal en el libro Animals, Men and Morals: An Inquiry into the Maltreatment of Non-humans. El especismo es una forma de discriminación y perjuicio basada en la especie. Es, de una manera, una ampliación del concepto de racismo, expandiéndolo más allá de raza y etnicidad, hacia especie, género, familia, clase, y otros grupos de clasificación.
Debemos ignorar las normas sociales que regulan la explotación animal y crear nuevas normas para regular nuestra conducta
Ser anti-especista es el cuarto de los cinco axiomas principales de la filosofía del veganismo que he identificado. Los demás son el primer axioma de ahimsa (no hacer daño), el segundo axioma de sintiencia animal (todos los miembros del reino animal deben considerarse seres sintientes), el tercer axioma de anti-explotación (toda explotación de animales les daña), y el quinto axioma de vicaria (el daño indirecto a un ser sintiente causado por otra persona sigue siendo un daño que debemos tratar de evitar). Cuando uno se convierte en un vegano ético (siguiendo la definición de veganismo de la Vegan Society que creó el término en 1944), intenta aplicar los cinco axiomas en todos los aspectos de su vida y durante todo el tiempo. Pero se puede decir que hay una jerarquía entre los axiomas, y a las personas veganas nuevas les cuesta más aplicar el cuarto y el quinto axioma. Por tanto, muchas de estas dicen que no son especistas de la misma manera que mucha gente dice que no son racistas, pero cuando analizan su comportamiento y actitud, se dan cuenta que aún tienen reliquias de especismo, y se deben esforzar más para deshacerse totalmente de ellas.
¿Cómo dejar de ser especista? Primero de todo reconociendo lo que es el especismo. Por ejemplo, si tratamos a seres humanos de forma diferente a animales no humanos porque nos consideramos superiores, estamos discriminando en contra a otros animales, y eso es especismo. Si comemos a animales no humanos, pero no a humanos, si mantenemos en cautiverio a animales no humanos, pero no a humanos, si explotamos sin su consentimiento a animales no humanos, pero no a humanos, todo eso es especismo.

¿Cómo evitar este tipo de especismo? Pues siguiendo la definición de veganismo a la letra, que dice que es «una filosofía y forma de vida que busca excluir, en la medida de lo posible y factible, todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales para la alimentación, la ropa o cualquier otro propósito». Aplicar los axiomas de esta filosofía en todas las situaciones nunca considerando a animales nohumanos como inferiores es como los veganos éticos evitamos este tipo de especismo, que es el más obvio. Con la excepción de medicamentos y productos financieros, ya hay suficientes alternativas veganas para cada decisión que uno debe tomar, especialmente en el ámbito del entretenimiento (es fácil no cazar, ni visitar un zoo, ni ir a las corridas de toros), la comida (cada vez hay versiones veganas de más platos), y la ropa (alternativas de lana, seda, y piel ya son abundantes).
Pero hay otros tipos más sutiles. Por ejemplo, tratar a un perro de manera diferente a un cerdo, o tratar a un gato de manera diferente a una vaca. Todas las sociedades humanas tienen reglas especistas sobre qué animales se pueden explotar y cómo, y si uno aún sigue tales reglas cuando se vuelve vegano, puede que siga siendo especista, aunque no se dé cuenta. Por ejemplo, tratando a un perro o a un gato mejor que a un cerdo o una gallina porque los primeros son animales de compañía, o tratando a estos últimos mejor que a una mariposa o una araña porque estos últimos son invertebrados y los otros son vertebrados. Todo estos son ejemplos de discriminación por pertenecer a un grupo biológico en particular, y por tanto son ejemplos de especismo.
Hay formas de especismo más sutiles, por ejemplo, tratar a un perro de manera diferente a un cerdo, o a un gato de manera diferente a una vaca
El «carnismo» es el responsable de ello. La psicóloga estadounidense Melanie Joy fue la que creó tal término en 2001. Ella lo definió como «el sistema de creencias invisibles, o ideología, que condiciona a las personas a comer ciertos animales». Por lo tanto, ella lo ve como una ideología dominante que te dice que está bien comer cerdos y gallinas aquí pero no allí; o no está bien comer perros y gatos aquí, pero está bien allí. En otras palabras, la ideología predominante en la sociedad que, a veces abiertamente, a veces más sutilmente, legitima la explotación animal, especificando qué animales pueden ser usados y cómo. Si uno no quiere ser especista debe ignorar tal ideología, pero eso no es fácil ya que nos adoctrinaron de pequeños con ella.
Debemos, por ejemplo, no consumir mariscos, aunque alguien te diga que son animales muy simples y puede que no sufran. Debemos evitar usar pesticidas porque las especies que la gente considera «plagas» no deben discriminarse. Debemos evitar controlar letalmente a especies de animales invasoras porque tratarlas peor que a las especies autóctonas es especista. Al final, debemos ignorar las normas sociales que regulan la explotación animal y crear nuevas normas para regular nuestra conducta, nuestros hogares, o nuestras comunidades, basadas en el veganismo, no en el carnismo.
Hay también otro tipo de especismo aún más sutil. Si bien podemos decir que el primer axioma del veganismo ya cubre todo lo que es maltratar y matar a otros, y el tercer axioma cubre toda la explotación animal, el axioma del antiespecismo cubre otros aspectos de comportamiento al respecto de otros que no implica hacer daño físico directamente, o explotar a otro. Cubre el tema de tratar a otros injustamente, sin respeto ni consideración adecuada, y con prejuicios negativos. Por ejemplo, con el uso del lenguaje. Es especista decir que «tienes una mascota», y es mejor decir que «vives con un animal de compañía». Es especista hablar de ganado en lugar de vacas y toros ya que menosprecia al individuo. Es especista hablar de «dueños» de animales ya que tratarlos como propiedad revela una tendencia supremacista característica del especismo.
En una sociedad profundamente especista creada por el carnismo durante muchos siglos de adoctrinamiento implacable, es difícil no caer en comportamientos y lenguaje especistas sin darse cuenta, pero mientras estemos al tanto e intentemos mejorar cada día, nos podremos deshacer de las reliquias especistas que aún tenemos en nuestras mentes.
Autor: Jordi Casamitjana, Zoólogo especialista en comportamiento animal
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