Los Tres Tombs es una tradición catalana celebrada en honor a San Antonio Abad, patrón y protector de los animales. La fiesta consiste en un desfile y en dar la bendición a los animales domésticos en el día de homenaje a su santo protector. Sin embargo, los conocimientos actuales sobre etología nos indican que esta celebración no es agradable para los animales y que su tormento puede pasar absolutamente inadvertido para muchos espectadores que para nada quieren hacerles daño.

Según la leyenda, cuando San Antonio veía un animal herido, lo curaba y así lo hizo con un cerdito que encontró en Barcelona, quién, para mostrarle lo agradecido que estaba, lo acompañó siempre, y por esto la imagen del santo se representa junto con este animal. San Antonio Abad vivió entre los siglos III y IV d.C. y murió el 17 de enero y esta es la fecha elegida para rendirle homenaje. Así pues, entre los meses de enero y marzo, muchos municipios catalanes, tanto rurales como urbanos, celebran la festividad tradicional de los Tres Tombs.
Esta combinación de palabras se podría traducir como los tres pasacalles. La actividad principal es un pasacalles de animales, en el que suelen participar caballos, burros, mulas, ponis, etc. que desfilan entre aplausos y ovaciones, muestras de afecto y cariño, de los espectadores, especialmente la infancia. Estas cabalgatas hacen un circuito por el centro de la ciudad y a medio camino, delante de la iglesia u otros lugares sagrados, se bendice a los animales. Es una fiesta con el formato de procesión, con un punto de salida y uno de llegada, en la que además, muchas personas traen a sus animales de compañía, por lo general perros, para recibir la bendición de su santo patrón.
Necesitamos una transformación total de la fiesta que implique dejar de utilizar animales reales y festejar con el bestiario de cartón y telas
Lógicamente, los espectadores en ningún momento esperan o desean que se haga daño a los animales, más bien todo lo contrario. No es para nada una tradición de la tipología del ritual de paso, como la matanza del cerdo o una fiesta de índole taurina, sino un evento para todos los públicos. Por lo tanto, cualquier persona que asista a estas desfiladas en cualquier municipio catalán encontrará un ambiente familiar y sano, puesto que suelen celebrarse un domingo por la mañana y devienen un punto de encuentro entre diferentes generaciones de una misma familia y sus animales de compañía. Es aparentemente una tradición llena de ternura, transmitida entre padres e hijos y abuelos y nietos y en la que precisamente se quiere expresar afecto y agradecimiento a los animales. Por estas razones, para muchas personas la fiesta tiene un carácter especialmente emotivo y el maltrato animal pasa totalmente desapercibido a muchos espectadores que asisten al evento, precisamente porque son personas a las cuales les gustan los animales y lo que desean es poder ver desfilar caballos, bueyes, asnos, etc. por las calles de su ciudad.
Yo misma debo confesar que cuando era pequeña solía asistir a los Tres Tombs precisamente porque me gustaban tanto los animales que me encantaba poder verlos en la ciudad. En mi caso personal puedo decir que, como niña que vivía en un entorno urbano y que adoraba a los caballos y que jamás les habría hecho daño, la llegada de ese día en que podía ver équidos desfilar por las calles (en lugar de coches) me llenaba de alegría. El tormento de los animales pasaba totalmente inadvertido entre la alegría popular, los aplausos y las ovaciones del público, que, entre el sonido mágico de cencerros y cascabeles, permanecía boquiabierto por la gran belleza de los caballos y la ternura que desprendían aquellos asnos tirando de carruajes decorados con paja… A medida que fui creciendo y madurando, seguía sin ver maltrato en esta tradición, porque tenía un gran desconocimiento sobre la verdadera etología de estos animales a los que tanto admiraba y amaba. Ver caballos montados, destrezas de equitación, así como ver a los equinos con los ojos tapados tirando de carruajes llenos de paja, era una imagen que había normalizado como algo natural. Sin embargo, desde hace algunos años, soy consciente que para los animales estas celebraciones no son divertidas y que, aunque el público no quiera perturbar su tranquilidad y quiera mostrar su afecto, estos desfiles son un auténtico tormento y una forma de explotación y fuente de maltrato animal.

Seguramente muchas personas se preguntan ¿Por qué los animales sufren en los Tres Tombs? Pues los animales deben pisar suelos de asfalto, con varios tramos donde fácilmente se producen resbalones y deben tirar de carruajes que pesan muchísimo entre música y ruido. Todos estos factores hacen que los équidos tengan miedo y se estresen, ya que pertenecen a especies que no están acostumbradas a estímulos de este tipo: algunos entran en pánico y la única manera de controlarlos es infringiéndoles dolor con las espuelas y las embocaduras. Aunque estén agotados o heridos, son obligados a continuar el recorrido. De hecho, hace pocas semanas las redes sociales mostraron una triste imagen de un poni que había resbalado en la ciudad de Badalona, hecho que no es un caso aislado. Según la información que puedes encontrar en el web de la Fundación Faada, los signos de miedo, agotamiento, ansiedad y dolor son fácilmente reconocibles cuando se dispone de información sobre estas especies: exceso de salivación, sudoración excesiva, temblores, nerviosismo, patadas, vocalizaciones o incluso intentos de fuga. Si entramos en el campo de la etología equina podríamos reconocer estas emociones y el dolor en los équidos solo sabiendo interpretar las expresiones faciales y corporales de los animales. Sin embargo, la mayoría de personas no tiene estos conocimientos y, por lo tanto, no sabe identificarlos.
De este modo, los animales siguen presentes de forma simbólica y visual, lo cual permite festejar alegremente sin causar daño a ningún ser vivo
Para paliar el estrés de los animales, algunos ayuntamientos han tomado medidas de bienestar animal, tales como reducir el tiempo de los recorridos, regular el peso de los carruajes o cambiar el recorrido para evitar el suelo de asfalto. No obstante, estas medidas no son suficientes para paliar el maltrato.
Entonces, ¿cómo podemos actualizar las tradiciones en que se utilizan animales vivos con el fin de abolir el daño que les podemos causar? Lo que necesitamos no es ni una prohibición, ni una regulación de bienestar, sino una transformación total de la fiesta que implique dejar de utilizar animales reales y festejar con el bestiario de cartón y telas, el cual es también muy abundante y popular en las tradiciones festivas catalanas de raíz tradicional. Perpetuar las tradiciones en las cuales se utilizan animales, pero sin utilizar animales reales es posible y, de hecho, muy recomendable, ya que no debemos rechazar nuestra identidad colectiva, ni nuestras tradiciones herencia de un pasado histórico milenario. Lo que deberíamos hacer es adaptarnos a los conocimientos científicos de nuestra época y saber identificar el maltrato, esto es lo que llamamos progreso y es lo que nos hará mejores como individuos y como sociedad. Seguro que San Antonio preferiría una cabalgata con figuras de representaciones de animales en lugar de caballos de carne y hueso y así mantener la tradición sin renunciar a la identidad cultural. De este modo, los animales siguen presentes de forma simbólica y visual, lo cual permite festejar alegremente sin causar daño a ningún ser vivo y mejorando la seguridad de los espectadores, pues un animal que intente fugarse puede resultar imprevisible.
Autora: Helena Escoda Casas, Historiadora y antrozoóloga, profesora de ciencias sociales
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