En las últimas décadas, la sociedad ha ido adquiriendo una mayor conciencia animalista y el rechazo a la experimentación es casi unánime. El escándalo de Vivotecnia nos recordó a todos que en el ámbito de la ciencia los límites de la ética desaparecen; el objetivo es lograr avances en el menor tiempo y a bajo coste. La nota positiva es que existe un amplio consenso científico que sostiene que los animales no humanos cuentan, igual que los humanos, con los sustratos neurológicos necesarios para generar la capacidad de la conciencia.

experimentan con animales

Para dejar este manifiesto por escrito se creó la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia Animal, en julio de 2012, un importante documento que da un paso más hacia la consideración moral de otras especies y hacia una posible transformación jurídica, política y social. La ciencia, a menudo, es un pilar importante en la lucha contra desigualdades. Aun así, el fin de las pruebas con animales no se vislumbra cercano. Incluso en el sector de la cosmética, donde sí se han logrado algunos avances, siguen existiendo puntos oscuros.

Todavía hay dudas sobre qué marcas testean y cuáles no, o por qué algunas tienen un sello oficial y otras no. La legislación europea prohíbe explícitamente los ensayos en animales para productos cosméticos o de cuidado personal desde 2013. Está recogido en la norma 1223/2009 que prohíbe expresamente probar en animales tanto los productos cosméticos acabados como los ingredientes por separado. Además, también prohíbe la comercialización en la Unión Europea de cosméticos e ingredientes que se hayan probado en animales. Por lo tanto, un producto que se venda en España o en otro país de la UE, no puede haber sido testado en animales.

Pero claro, hay excepciones. Aquí que hablar del reglamento REACH, que es el Reglamento (CE) nº 1907/2006. REACH es el acrónimo de las siglas en inglés de Registration, Evaluation, Authorisation and Restriction of Chemicals y es una normativa europea que regula “la protección de la salud humana y del medio ambiente”, ante el riesgo de toxicidad por la fabricación y comercialización de sustancias químicas. Esto quiere decir que determinadas sustancias o principios activos tienen que adaptarse a las obligaciones de este reglamento, que puede incluir tests sobre animales. Solo en 2018, más de dos millones de animales fueron sometidos a estas pruebas, como requisito obligatorio para autorizar a fabricantes y compañías a inscribir sus nuevos productos químicos o mezclas en el registro oficial REACH. Aunque existen métodos alternativos eficaces y disponibles, la triste realidad es que el número de experimentos con animales, según estadísticas globales europeas, sigue siendo aterrador. Por otra parte, la prohibición europea (CE 1223/2009), conseguida tras muchas presiones de asociaciones y ciudadanos, se encuentra amenazada por la nueva Estrategia de Químicos para la Sostenibilidad. Esta nueva estrategia, adoptada en 2019, pretende revisar miles de productos químicos que ya se encuentran en el mercado, aprobadas después de haber sido testadas anteriormente en animales.

Aunque existen métodos alternativos eficaces y disponibles, la triste realidad es que el número de experimentos con animales, según estadísticas globales europeas, sigue siendo aterrador

A finales de agosto de 2021, se lanzó una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) con la campaña internacional «Save Cruelty Free Cosmetics» en la que participaron cinco organizaciones europeas, 100 asociaciones y varias empresas. Se pudieron recoger 1,2 millones de firmas para poner fin a los ensayos con animales de forma definitiva. El éxito de esta iniciativa debería implicar un riguroso análisis por parte de la Comisión Europea que derivase en nuevas propuestas legislativas que cumplan con la Directiva Europea y los objetivos marcados para conseguir una investigación avanzada, ética y sin experimentación animal.

experimentan con animales

Por otra parte, algunos gobiernos realizan experimentos con animales de los productos para probar que son «seguros» antes de permitir que se vendan en el país, como ocurre por ejemplo en China. Esto quiere decir que muchas marcas o empresas que se autoproclaman como gran adalid contra la crueldad animal tienen un doble rasero. Oficialmente, no testan, ni piden a otras empresas que realicen pruebas en su nombre, excepto que lo exija la ley del país en el que quieran introducir el producto. Siguiendo con el ejemplo de China, por contradictorio que parezca, sus propias normativas no implican que todos sus productos tengan que pasar obligatoriamente por un ensayo en animales, ya que los productos chinos que se venden en España tienen que adaptarse al reglamento europeo. Por lo tanto, ni el producto final ni sus ingredientes pueden haber sido probados en animales.

¿Qué pasa entonces con el famoso sello del conejito?

Las etiquetas de «cruelty free» o «no testado en animales», no son todas oficiales y hay quien las considera una especie de competencia desleal. De alguna forma llevan a engaño al consumidor que piensa que, si un producto no muestra dicha etiqueta, entonces es que claramente está testado en animales. Y como sabemos, está prohibido en la Unión Europea. Sería una estrategia psicológica para mejorar la imagen de marca frente a los competidores. Y como hemos visto, una marca cruelty free en Europa puede estar sometiendo sus productos a experimentos añadidos en otros países.

Los intentos por regular la experimentación animal, son débiles y escasos, a pesar de que la preocupación de los consumidores es creciente en este sentido y por lo general se intenta adquirir productos éticos. Esto lleva a que algunas marcas creen sus propios logos para presentarse en el mercado como «Cruelty Free» pero, como vemos, hay que investigar a qué países importa y cómo es la regulación en esos destinos. Por lo tanto, los sellos no oficiales (que además se parecen mucho a los oficiales), no están certificados y pueden ser engañosos. Para que uno de estos sellos sea confiable tiene que estar certificado por una organización por la defensa de los animales como PETA, Choose Cruelty Free, Cruelty Free International y Te Protejo.

Los obstáculos son muchos: las diferentes legislaciones, la poca inversión económica, la falta de investigación y, por encima de todo, un arraigado especismo

En cuanto a los experimentos en animales con fines médicos y científicos, los avances son lentos. La comunidad científica está participando en la búsqueda de métodos alternativos. En España, la Agencia Estatal de Investigación publicó en 2022 una convocatoria de ayudas públicas para proyectos de I+D+i en líneas estratégicas, donde se incluía el desarrollo de métodos nuevos y alternativos que permitan reducir la experimentación en animales. El problema, como siempre, es que no hay suficiente financiación, y la UE, tampoco está destinando demasiados medios para la investigación y la homologación de métodos alternativos.

Lamentablemente, no es posible terminar este texto con un respiro de esperanza, ya que el fin de los experimentos con animales se encuentra en un horizonte muy lejano. Los obstáculos son muchos: las diferentes legislaciones, la poca inversión económica, la falta de investigación y, por encima de todo, un arraigado especismo. Es necesario, mientras tanto, que la ciencia siga avanzando para poder desarrollar técnicas fiables y éticas. Solo entonces podremos hablar de verdadero progreso.

Autora: Noemí Alba, Activista por los derechos de los animales

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