En 1944 la palabra veganismo fue acuñada por Donald Watson, un activista inglés por los derechos de los animales que cofundó la Vegan Society en el Reino Unido. Sin embargo, el veganismo cuenta con una larga historia y evolución, desde el concepto de vegetarianismo que data del 3300 a. C. en el valle del Indo en el norte y oeste de la India, con filósofos como Mahavira, que seguían una dieta basada en la no violencia contra los animales.

En el año 500 a. C., el filósofo y matemático griego Pitágoras también promovió la bondad hacia los animales y siguió una dieta vegetariana. Siddhārtha Gautama, también conocido con el nombre de Buda, enseñaba a sus seguidores sobre el vegetarianismo, seguidores del hinduismo también optaron por dietas libres de animales. Inicialmente el veganismo solía ser el vegetarianismo que no incluía lácteos, pero, a partir de los 50s se definió como una doctrina bajo la cual el hombre debe vivir sin explotar a los animales.
Al veganismo se le ha situado dentro del debate ético y filosófico, ya que la mayoría del trabajo en este tema se ha centrado en la justificación de las razones éticas para seguir una vida vegana. Algunos argumentan que existe una moral imperativa de tomar los derechos o intereses de los animales como una parte relevante dentro de nuestras vidas, otros lo consideran una necesidad si queremos cumplir con nuestro deber de vivir de la manera más sustentable con el ambiente, otra razón es también para minimizar los riesgos para la salud tanto la individual como la pública. Finalmente, otros sostienen que se sustenta en razones religiosas y espirituales, pero cabe mencionar que todas estas justificaciones no son mutuamente excluyentes. Si bien estos debates morales son un tema importante dentro del veganismo, muchas veces se pasa por alto una característica crucial del veganismo, la cual es su dimensión política.
La solidaridad política se refiere al compromiso compartido por un grupo de personas para abordar y acabar con cualquier forma de opresión
Existen muchas razones por las que el veganismo puede ser considerado como activismo social, movimiento de justicia social o una forma de resistencia política, ya que involucra una profunda critica a los daños afligidos a los animales que se han creado por estructuras y sistemas sociales opresores, además critica la responsabilidad de los miembros de una comunidad, ya que sus actos están intrínsecamente relacionados con la libertad y la vida de otros. Esto quiere decir que sus acciones u omisiones pueden transgredir la calidad de vida de otros seres, en este caso los animales.
El veganismo cumple así con las características para ser considerado una forma de activismo social ya que se lleva a cabo colectivamente y en solidaridad con otros. Históricamente, el concepto de solidaridad suele asociarse con la lucha por la justicia social, resistir diversas formas de opresión humana, ayudar a otros humanos cuando se encuentran en una situación desafortunada, o para construir instituciones de apoyo mutuo como el cuidado de la salud, apoyos económicos, etcétera. A pesar de que el tema de la solidaridad se ha usado como un concepto principalmente humanista, podemos observar que si la solidaridad con los animales cumple con muchas de las características mencionadas en el trabajo pionero de la filósofa social Sally Scholz. En su trabajo, ella identifica y distingue tres formas de solidaridad. El primero es la «solidaridad social» es el término que ella da a esos sentimientos compartidos de comunidad que unen a los individuos. Segundo la «solidaridad cívica», la cual se refiere al marco institucional dentro de una sociedad para apoyar a los miembros vulnerables dentro de ella y finalmente, la «solidaridad política», que es la forma de solidaridad más importante para su obra, la cual se refiere al compromiso compartido por un grupo de personas para abordar y acabar con cualquier forma de opresión.

Dentro de este marco de ideas es imposible solo tener una solidaridad selectiva y exclusiva con el mundo humano y no incluir a los animales, ya que los animales también pueden ser víctimas de la opresión. Además de que no pueden organizarse unos con otros para derrocar las instituciones políticas y buscar la justicia dentro de ellas, los animales son así doblemente vulnerables y víctimas. Dentro de este tenor, la injusticia contra los animales implicaría entonces una gama de compromisos subsidiarios, como lo es el unirse con otros en el activismo, con las víctimas, con la comunidad en general y con la meta. El veganismo puede y debe ser reconceptualizado como una lucha política por la justicia social y, por lo tanto, también como una práctica solidaria, ya que la solidaridad no necesita ser solo antropocéntrica. Además, es importante también reconocer que los activistas por los animales son solidarios entre sí.
El veganismo es un movimiento social que debería ser tomado en cuenta dentro de las agendas políticas de todo el mundo ya que se intersecciona con otros importantes movimientos sociales que luchan contra el racismo, con el feminismo, la no violencia, la justicia alimentaria y cambio climático, entre otros, ya que es difícil obviar el hecho de que la gran mayoría de los veganos tienen motivaciones políticas y ven su estilo de vida vegano como un medio para inducir cambios en la sociedad en general.
Tampoco podemos decir que el veganismo es solamente una decisión personal, porque impacta la vida de otros
Podemos decir entonces, que el veganismo no es solo una elección de estilo de vida o una identidad, y mucho menos una moda, como de una forma peyorativa se le ha tratado de minimizar, el veganismo no es solo una búsqueda individual, es una acción colectiva que se traduce en una forma de activismo social que pugna hacia la transformación política y el cambio social en donde se lucha por un mundo en el que los humanos y los animales puedan prosperar juntos en términos justos.
Muchos líderes de derechos civiles, han sostenido la idea de que mientras exista una forma de prejuicio en el mundo, ninguna otra forma de prejuicio se podrá erradicar por completo, por esa razón, los derechos civiles y los derechos de los animales se encuentran intrínsecamente vinculados. En palabras de Alice Walker, activista americana por los derechos civiles, autora y la primera mujer afroamericana en ganar un Pulitzer, premio de Literatura, dijo: «Si estoy comiendo la comida que sé era una criatura en una jaula, me trae recuerdos de la segregación y las historias de mis antepasados, de estar en cautiverio y negados de sus personalidades, de su verdadero ser. Los animales no fueron hechos para nosotros, o nuestro uso. Ellos poseen su propio uso, que es simplemente ser quienes son.»
La afirmación de que la política empieza en la mesa es esencial en el tema del veganismo y su dimensión política, ya que con cada acción dentro de nuestra rutina diaria podemos trascender en actos políticos. Tampoco podemos decir que el veganismo es solamente una decisión personal, porque impacta la vida de otros, por lo tanto, el no elegir un producto que fue creado bajo la explotación y el abuso hacia los animales es en esencia un acto político que va más allá de una simple elección en el estilo de vida, una cuestión de ética o de identidad con un grupo de personas afines o incluso moda. De tal manera, el compromiso del veganismo impacta de una forma trascendental la vida de muchos otros y es imposible separarlo de la política.
Autora: Rosa María Cajiga, Licenciada en Derecho Ambiental y Derecho Constitucional, Máster en Derecho y Sociedad Animal
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