Hay una palabra que en inglés es utilizada mucho estos días, especialmente por las generaciones más jóvenes: Gatekeeping. Viene de la unión de la palabra gate (puerta en una verja o muro exterior de una propiedad) y keeping (mantener). Su definición básica es el control del acceso general a algo, a menudo limitando tal acceso, pero en la jerga popular ahora también significa cuando alguien, sin tener autoridad para ello, decide quién tiene o no acceso o derechos a una comunidad o identidad. Por ejemplo, si alguien dice que tal persona no puede ser vasca porque tiene un acento que no parece vasco, se puede acusar a quien hizo tal comentario de gatekeeping.

Vegan gatekeeping o portería vegana
Para cada tipo de comunidad o identidad, hay un tipo de gatekeeping que se le asigna un adjetivo para diferenciarlo. En el ejemplo anterior podría ser Basc gatekeeping, pero también encontramos gay gatekeeping, o feminism gatekeeping. Y, por supuesto, también hay vegan gatekeeping. Es difícil encontrar una perfecta traducción en español basada en un par de palabras. A veces se traduce gatekeeping como «control de acceso», y gatekeeper como guardián. Pero, para mí, la que se acerca más a vegan gatekeeping es «portería vegana», y a gamekeeper «portero/a». Así como una portera de una casa decide quien puede entrar o no y mantiene la entrada en buenas condiciones, una persona que hace portería vegana decide quien puede usar el adjetivo vegano o vegana como identidad, y quien no. En otras palabras, alguien que dice constantemente que tal o tal persona no es vegana, aunque se autodefina como vegana, está haciendo portería vegana.
Cuando unas personas «acusan» a otros de hacer portería vegana, normalmente es una crítica de que tales dijeron que alguien no era vegano, sin la autoridad para hacerlo. Desde ese punto de vista, cuando se interpreta como este tipo de crítica, parece que la portería vegana es algo que probablemente deberíamos evitar.
Pero aquellos que usan este término como crítica pueden haber hecho algunas suposiciones que podrían ser cuestionadas. Pueden haber asumido incorrectamente que las personas que critican no tienen autoridad para cerrar la puerta, que aquellos que han quedado excluidos tienen «el derecho» de cruzar la puerta, o que el veganismo es solo una identidad con la que uno puede identificarse, en lugar de una filosofía completamente formada y un movimiento social creciente basado en ella.
No podemos preservar el veganismo sin tratar de excluir a aquellos que explotan deliberadamente a los animales
Si la portería vegana está bien o mal puede que no dependa de quién abre la puerta metafórica y quién pase, sino de que haya una puerta en primer lugar. Y sospecho que aquellos que acusan a alguien de controlar la puerta se sienten incómodos con la existencia de tal puerta, y arremeten contra quienes la abren y cierran.
Si aceptamos que existe tal cosa como el veganismo, y que es tanto una filosofía como un movimiento sociopolítico transformador de personas que se adhieren a esta filosofía, debemos aceptar que aquellos que se identifican como veganos podrían estar igualmente felices de dar la bienvenida a todos los que se quieran unir al movimiento, pero igualmente ansiosos por no permitir que la filosofía se diluya y se convierta en algo menor.

A pesar de que existe una definición oficial inequívoca de veganismo creada por la Vegan Society, algunos pueden preferir usar una definición propia. Cuando hacen eso, pueden atribuirse a sí mismos la etiqueta «vegan», incluso si la mayoría de la gente vegana puede que no esté de acuerdo con tal atribución. Cercas existen por una razón (para proteger), pero si mucha gente se las salta, y eso sucede incontrolablemente y con frecuencia, se corre el riesgo de perder lo que estaban cercando.
En el veganismo, esto ha estado sucediendo muy a menudo, y durante mucho tiempo. Tan a menudo, que el término «vegano/a ético/a» ha sido necesario desde la década de 1980 para significar «verdadero/a vegano/a» (una persona que sigue la definición de veganismo al máximo), para diferenciarlo de los «veganos/as dietéticos/as», que solo siguen la definición cuando comen o beben algo, pero aun así usan la etiqueta «vegan» para describirse a sí mismos. El público en general piensa que una persona vegana es una persona que sigue una dieta vegana (vegana dietética) y no sabe realmente qué es una persona verdadera vegana (vegana ética), lo que demuestra la gravedad del problema.
La solución es simple: el control de acceso. Cualquier ideología, movimiento social, grupo étnico, comunidad o nación que opere democráticamente a través de políticas autodeterministas corre el riesgo de desaparecer si no ejerce un cierto nivel de control destinado a mantener su integridad. El control de acceso es necesario para evitar que aquellos que se oponen a un movimiento o comunidad se «infiltren» en él con intención saboteadora, o para evitar que aquellos que no comparten sus valores y principios lo «diluyan» con un descuido desconsiderado. Y el veganismo necesita control de acceso exactamente por las mismas razones.
El control de acceso es necesario para evitar que aquellos que se oponen a un movimiento o comunidad se «infiltren» en él con intención saboteadora
Si tenemos algo que valoramos, algo que queremos preservar, necesitamos «cercarlo» de aquellos que lo amenazan o «protegerlo» de las inclemencias de un entorno cada vez más erosionable, pero si también queremos usarlo y compartirlo con otros, y hacerlo crecer, necesitamos una manera de abrir la cerca (una puerta), y alguien que la abra y la cierre cuando es apropiado (la portera o el portero).
No podemos preservar el veganismo sin tratar de excluir a aquellos que explotan deliberadamente a los animales o permiten deliberadamente su explotación después de haberse informado de como esta les hace sufrir. Necesitamos una puerta que se abra y cierre correctamente.
El problema es que la «profesión» de portera vegana no existe. No hay nadie con el papel oficial de control de acceso a la identidad vegana. No hay una persona o una organización en particular. Lo más cercano que tenemos son las varias sociedades veganas que existen en todo el mundo y las varias marcas veganas que hay. Aunque en 1944 la Vegan Society en Inglaterra era la única en el mundo, se han creado muchas otras desde entonces. La Sociedad Vegana del Reino Unido nunca trató de detener su proliferación ni trató de controlarlas. Aunque históricamente la sociedad podría haber sido la primera portera vegana, ya no opera como tal. Lo mismo ocurre con las marcas veganas que certifican productos apropiados para veganos. La Vegan Society creó la primera, pero desde entonces se han creado muchas otras y operan en diferentes jurisdicciones. La mayoría de las marcas comerciales tienen definiciones y criterios similares, lo que demuestra que, aunque es posible que no tengamos una portera vegana específica, la puerta vegana original permanece intacta y no ha sido reemplazada por varias puertas por todas partes.
La falta de una portera oficial del veganismo significa que cualquier persona vegana puede elegir operar la puerta, y por tanto hacerlo debe considerase perfectamente legítimo. Hemos decidido colectivamente que toda la comunidad vegana puede operar la puerta vegana. El resultado es que la actividad de portería vegana no es muy eficiente en controlar el acceso. Algunas personas porteras son demasiado restringidas y no dejan entrar a nadie, mientras que otras están demasiado relajadas y dejan entrar a todos. Es difícil mantener el equilibrio, y ese es el precio a pagar por ser un movimiento transcultural que crece orgánicamente.
La portería vegana se puede usar bien o mal, y es tanto necesaria para el movimiento como molesta para algunos.
Autor: Jordi Casamitjana, Zoólogo especialista en comportamiento animal
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