El florecimiento del Derecho Ambiental empezó a consecuencia del movimiento de la protección a la naturaleza. Muchos juristas en materia ambiental podrían afirmar que el primer texto que dio inicio a la conformación del Derecho ambiental, aunque de manera literaria y no jurídica, fue la obra Primavera Silenciosa escrita por la bióloga marina americana Rachel Carson, en esta obra ella habla de la problemática asociada con la contaminación del planeta Tierra.

derecho animal y ambiental
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Bases del Derecho Ambiental

«Luego, una rara plaga se extendió sobre el lugar y todo empezó a cambiar… Hubo una quietud extraña… Los pocos pájaros que se veían estaban moribundos; temblaban violentamente y no podían volar. Fue una primavera carente de voces. En las mañanas que una vez palpitaron con el matutino coro de las voces de multitudes de pájaros, ahora no había sonido alguno; solamente el silencio cubría los terrenos, los bosques y los pantanos».

Con esta obra ella advierte sobre el impacto ambiental que generan los pesticidas, a manera detallada describe como estos químicos vertidos sobre grandes extensiones de campos de cultivo silenciaron la vida de las aves que allí habitaban. Así entonces, Carson sentó las bases de lo que ahora es conocido como el activismo ambiental, el cual generó un cambio en la percepción de las acciones humanas que dañaban a la naturaleza. A partir de este movimiento ecológico, importantes documentos internacionales fueron firmados, como la Declaración de Estocolmo en 1972, la cual fungió como la primera declaración internacional en reconocer el derecho a un ambiente sano. Con el paso de los años, otros documentos jurídicos, tanto nacionales como internacionales, fueron asentando las bases del Derecho Ambiental, el cual tiene como finalidad el proteger la salud de la población, de los efectos de las actividades humanas como la contaminación y el deterioro de los recursos naturales.

En el caso del Derecho Ambiental, existen muchas leyes que protegen a los animales, pero solo por su valor como especie, no como individuos

El Derecho Animal

Por otro lado, los orígenes del Derecho Animal recaen en una serie de corrientes éticas y filosóficas un poco más complejas, por ejemplo, la corriente de los derechos de los animales les dota de un derecho intrínseco a vivir el cual trasciende a la visión antropocentrista del Derecho Ambiental, ya que van más allá del utilitarismo de Jeremy Bentham, en donde la protección de los animales existe por el simple beneficio humano. A pesar de que el Derecho Animal y el Derecho Ambiental son distintas disciplinas jurídicas, tienen también algunos rasgos en común, ambos coinciden en la protección de la naturaleza y tienden a ofrecer algún grado de protección a los animales, aunque cada uno lo hace desde su enfoque, muchas veces coinciden en una visión antropocéntrica de protección animal. Es decir, protegen a los animales que son valiosos para la existencia humana.

Valor como especie, no como individuo

En el caso del Derecho Ambiental, existen muchas leyes que protegen a los animales, pero solo por su valor como especie, no como individuos. Esto significa dos cosas, primero, que protegen solo a ciertas especies de animales, las que se encuentran en un grado de vulnerabilidad con respecto a su extinción y segundo, solo protegen a los grupos de estas especies, no a los individuos. Un tema controversial son sin duda las leyes respecto al manejo de las especies exóticas invasoras, las cuales son aquellas que fueron introducidas por el hombre en territorios foráneos y éstas lograron sobrevivir, adaptarse, reproducirse y dispersarse hasta tomar control de su nuevo entorno. Desafortunadamente en esta situación, ante la perspectiva ambientalista, estos animales son vistos como los responsables de causar severos impactos en la biodiversidad, e incluso a la salud humana y la economía.

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Primavera Silenciosa, de Rachel Carson

Tal es el caso la especie pez león (Pterois volitans), denominada como exótica invasora, la cual habita las aguas de los océanos Índico y Pacífico Sur, y ha sido nombrada responsable por el detrimento de ciertas especies de crustáceos, los cuales significan un numero redituable para los pueblos pescadores de la zona. De acuerdo a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, este pez fue posiblemente introducido al liberarlo de acuarios como «peces león no deseados» a las aguas costeras, lo que generó que este pez carnívoro, el cual no tiene depredadores naturales, se extendiera hasta el Atlántico y el Caribe. Ante esta situación, la legislación ambiental de países como Costa Rica, Colombia y otros países del Caribe, han determinado como solución, la caza de éste bajo el lema de bienestar del mar, ya que la disminución de esta especie se traduce en más especies para pescar, lo cual ofrece beneficios a los habitantes de la zona. Como podemos ver, en este punto se enfrentan la protección animal contra la protección del ambiente, ya que animales como el pez león, al ser catalogados como una plaga, pierden cualquier tipo de protección. Entonces podríamos decir que su grado de protección se traduce al número de individuos y sobre todo su valor al ambiente, pero más importante al bienestar humano.

Tenemos entonces que el concepto de bienestar animal dentro de la legislación ambiental es muchas veces inexistente. Los animales salvajes son simplemente vistos como un número que se suma al grupo de la especie y no como un individuo con intereses propios, tales como el interés de vivir, estar libre de sufrimiento, hambre, sed, de enfermedades o incluso el contar con un hábitat adecuado para su especie. Esto por consecuencia, ha traído que muchos animales salvajes como el pez león no cuenten con la protección necesaria en casos de crueldad y explotación, y puedan ser usados sin ningún tipo de control dentro de actividades como la caza, pesca, o su uso en el entretenimiento.

Tanto la Tierra como los animales padecen del mismo problema y es la falta de responsabilidad y empatía por parte de los seres humanos

Colaboración ante un mismo problema

A pesar de estas graves discrepancias, tanto el Derecho Animal como el Derecho Ambiental, pueden colaborar juntos y no trabajar cada uno separado en sus propias agendas, ya que tanto la Tierra como los animales padecen del mismo problema y es la falta de responsabilidad y empatía por parte de los seres humanos. Los animales y el ambiente, al igual que los seres humanos, enfrentan diversas problemáticas como el cambio climático. Aquí, por ejemplo, la importancia de la legislación ambiental la cual busca reducir la emisión de gases a la atmosfera y las leyes de Derecho Animal que pueden proponer una reducción en la producción de carne, o por lo menos en el número de animales y las condiciones en las que son explotados. Es aquí donde la convergencia entre el Derecho Animal y Ambiental en este podría ofrecer soluciones a los problemas que nos aquejan a todos.

No hace falta decir que los seres humanos, el ambiente y los animales se encuentran todos vinculados, el deterioro al ambiente trae como consecuencia, sin lugar a dudas, una afectación en el bienestar de los animales y diversos estudios han demostrado que los problemas de bienestar en los animales salvajes tales como el estrés pueden intervenir en su reproducción. Esta situación trae una afectación al ambiente como un todo, ya que, para el medio ambiente, cada individuo sí cuenta, este punto es clave ya que aquí es donde se podría comprender más claramente el concepto de una sola unidad. Hoy día el Derecho Ambiental se ha consolidado como una importante rama del Derecho, la cual constituye una de las herramientas más importantes para la conservación y protección al ambiente. Esperemos que los progresos de esta disciplina sirvan como legado para la evolución y consolidación del Derecho Animal y en un futuro podamos mirar como ambas disciplinas se han amalgamado con una visión biocentrista, en donde cada vida cuente.

Autora: Rosa María Cajiga, Licenciada en Derecho Ambiental y Derecho Constitucional, Máster en Derecho y Sociedad Animal

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