Hay vida, fuerza y esperanza, esto es lo que percibió la vaca al dar a luz a la ternera, ella se sentía fuerte y contenta, y el ganadero también por los ingresos que obtendría. Pero la alegría de la vaca desapareció a los cuatro días, vio con sus propios ojos como le quitaban su cría, el ganadero se la llevó a un iglú en soledad.

Ella sintió impotencia, se angustió, se comunicó bramando a sus compañeras, pero no recibió señal alguna, estuvo llorando en soledad durante una semana y enfermó de pena, la ordeñaban a diario y sus amigas también iban sucumbiendo poco a poco. Pasaron los meses y volvió a parir, volvió a sufrir el secuestro de su cría, pero esta vez entendió la situación y no lloró, no bramó y calló.

Fueron tiempos difíciles, cada vez se encontraba más fatigada y generaba menos leche, ese líquido tan apreciado por los humanos que le sustraían desde bien joven. No entendía por qué se quedaba embarazada, nunca había estado con un toro, tan solo una vez vio un buey, pero no le hizo caso (estaba castrado). De vez en cuando olía a larga distancia (hasta 4 y 5 km) un olor que la desconcertaba, ella no sabía que era olor a hierba fresca. En medio de sus penas llego el camión del matadero, que apestaba a muerte, y las llamaron… miró a su amiga y ella la miró de reojo, pues sabían que el viaje no tenía retorno.

De pronto se nubló el cielo y estalló una tormenta repentina y todas las vacas salieron en estampida campo a través, el chofer miró al cielo, el ganadero chillaba y ellas corrían sin saber por qué. Al empezar a correr notó más peso del habitual y fue a descansar en un prado verde cerca de mi casa y notó que estaba embarazada, y se durmió de agotamiento. Al día siguiente la encontré recostada, al despertar me miró con desconcierto, nos miramos y la abracé.

Autor: Enric Urrutia, Director

Suscríbete a la Newsletter y recibe Bueno y Vegano gratis cada mes en tu correo

Bueno y Vegano, tu mensual 100% vegano
Bueno y Vegano Noviembre 2022