En España hay entre 750.000 y un millón y medio de cazadores, si contamos solo a las personas que disponen de licencia o también a las que se calcula que lo hacen de forma furtiva. Aunque en las últimas dos décadas el número de licencias ha disminuido un 30% aproximadamente, el número de animales muertos no ha dejado de aumentar y se sitúa en unos 20 millones por año. En esta cifra no se incluyen las decenas de miles de galgos que son abandonados o ahorcados cada vez que finaliza una temporada de caza. Y aunque por supuesto la cifra no es comparable, la caza no mata solo animales: unas 50 personas mueren cada año en España a causa de disparos de los cazadores y un número importante resultan heridas.

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¿Es la caza un deporte?

Según la Real Federación Española de Caza, cazar consiste en una serie de actos… que se realizan con la intención de capturar, viva o muerta, una pieza de caza. Estas «piezas» son animales, desde ciervos, jabalíes, lobos o corzos, hasta liebres y conejos, además de un amplio número de aves. En cada país o región las autoridades deciden qué especies animales se pueden cazar y en cuáles es ilegal hacerlo.

Cazar animales ha sido uno de los medios que los seres humanos han usado para conseguir comida, abrigo y otros materiales. Dependiendo de la región y de la época, la caza constituyó una parte más o menos importante de la dieta humana en el Paleolítico y Mesolítico, aunque en general, menos de lo que se suele afirmar. Tradicionalmente se ha considerado que nuestros antepasados cazadores-recolectores eran predominantemente carnívoros, sin embargo estudios recientes, como el proyecto europeo Hidden Foods, que han analizado los restos arqueológicos con nuevos y más refinados métodos, muestran que los alimentos vegetales, no solo frutas, hojas, frutos secos y semillas, sino también cereales silvestres, tuvieron un papel fundamental en la dieta humana y gracias a su aporte de glucosa, pudieron propiciar el desarrollo del cerebro humano. El combustible principal del cerebro es la glucosa, no las proteínas, aunque esto se siga repitiendo erróneamente.

En la mayor parte del planeta actualmente la caza ya no tiene esa función. ¿Para qué sirve ahora la caza, por qué hay gente que sigue cazando? Aunque las administraciones hablan de su carácter lúdico, de ocio o deportivo, muchas asociaciones de caza rechazan estos términos y niegan que la caza sea un deporte.

Cada vez más frecuente es la cría intensiva de animales que son más tarde liberados en cotos de caza específicamente para ser cazados

Los defensores de la caza sostienen que cazar es fundamental para gestionar los ecosistemas, controlar las sobrepoblaciones animales, evitar la propagación de zoonosis y prevenir daños a la agricultura y a la ganadería. Los cazadores también defienden que la caza fomenta el turismo rural y ayuda a crear empleo.

¿Qué dicen las organizaciones ecologistas y animalistas?

Lógicamente se oponen a estas aseveraciones. Por ejemplo, Ecologistas en Acción, en su informe de 2016, argumenta que una de las actividades relacionadas con la caza que está haciéndose cada vez más frecuente es la cría intensiva de animales que son más tarde liberados en cotos de caza específicamente para ser cazados. Esto contradice el papel de control de sobrepoblaciones que esgrimen los cazadores; es más, esta actividad por sí sola ya está alterando el ecosistema natural al fomentar la propagación de especies exóticas o invasoras.

Los estudios sobre animales salvajes han mostrado que en estado natural las poblaciones se autorregulan: cuando crecen por encima de su fuente de alimento natural disminuye la fertilidad y se reducen los nacimientos. En aquellas regiones protegidas donde no se permite la caza, o en lugares inaccesibles para los humanos, no se producen las situaciones de sobrepoblación que continuamente describen los cazadores, o si lo hacen, es por un tiempo muy breve.

Curiosamente, como resultado de la caza legal e ilegal, son las poblaciones de animales predadores, que son uno de los mecanismos de la naturaleza para controlar las poblaciones de otras especies, las que han disminuido sustancialmente, incluso llegando algunas al borde de la extinción, como el lince o el lobo ibérico.

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123rf Limited©pintaal. Cazador mostrando trofeo de patos abatido

Caza y turismo rural

En España existen numerosos cotos privados de caza que ofrecen experiencias cinegéticas para todo tipo de turistas, algunas de ellas de lujo. En muchos casos los asistentes son extranjeros que son transportados directamente al coto (muchos cotos de lujo disponen de aeródromo propio) y allí disfrutan de varios días de caza facilitada. Estos centros disponen de empleados que asisten al cazador: chóferes, perreros, ojeadores, cargadores, secretarios… además del personal hotelero. El cazador solo tiene que apretar el gatillo y aunque las tarifas son altas, cada cazador tiene garantizado que cazará un número mínimo de piezas.

Sin negar que esta actividad genere grandes sumas de dinero, es cuestionable que esto repercuta positivamente en el desarrollo del medio rural. Descontados los salarios de las personas que son empleadas directamente en estos cotos, el mayor beneficio económico va a parar a los bolsillos de los empresarios y miembros de la aristocracia que controlan estos cotos.

¿Por qué cazan algunas personas?

La satisfacción que obtienen los participantes en una cacería es innegable, incluso aunque no se trate de experiencias de lujo. Pasar un día en un coto privado más sencillo que los descritos previamente está ya al alcance de muchas familias.

El mayor beneficio económico va a parar a los bolsillos de los empresarios y miembros de la aristocracia que controlan estos cotos

¿Qué beneficios produce un día de caza?

  • Es una actividad social. Se puede hacer con la familia y/o con amigos, y también sirve para conocer gente.
  • Es una forma de ejercicio físico. Aunque ya no sea la actividad demandante y a veces extenuante de antaño, al menos hay que andar y permanecer de pie durante parte del día.
  • Permite el contacto con la naturaleza, lo que en sí mismo alivia el estrés y aumenta el estado de ánimo.

Por supuesto, estos beneficios no son exclusivos de la caza, sino que se pueden disfrutar a través de muchas otras actividades al aire libre, como el senderismo, el ciclismo, la fotografía de paisaje, o la recolección de setas o frutas silvestres.

Cazar ofrece un aliciente adicional: el trofeo. Los estudios psicológicos realizados con cazadores muestran que conseguir una presa, especialmente si es de un animal considerado peligroso, se percibe como un logro que aumenta el estatus social. Que el cazador se fotografíe con el animal abatido es una práctica universal y transmite poder, dominio y control, aumentando la autoestima. Esta necesidad de aumentar la autoestima y el estatus se da con más frecuencia en personas con rasgos narcisistas.

La reciente investigación realizada por el periodista de investigación Eduardo Gonçalves, basada en entrevistas con cazadores, muestra con crudeza que la mayoría de ellos sienten placer y emoción al matar, y manifiestan una total indiferencia por el sufrimiento que pueda estar experimentando el animal. Ninguno de los cazadores entrevistados mostró preocupación por la conservación de la naturaleza.

AutoraMiriam Martínez Biarge, Médico Pediatra

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