Dicen que los cerdos y los seres humanos somos parecidos. Aun así, los criamos y explotamos para matarlos y comernos prácticamente todo de ellos. Ahora, además de su carne también nos interesan como fuentes y reservorios de órganos.

Xenotrasplantes o trasplantes de órganos entre especies diferentes
En Estados Unidos, en septiembre de 2021, un equipo de cirujanos de la Universidad de Nueva York consiguió implantar el riñón de un cerdo genéticamente manipulado a una mujer en muerte cerebral. El órgano funcionó correctamente durante 54 horas. Meses más tarde, en enero, el Centro Médico de la Universidad de Maryland, anunciaba el primer trasplante de corazón de cerdo transgénico a un hombre que padecía una grave insuficiencia cardíaca. Se trata de dos hitos en medicina.
Los trasplantes entre especies diferentes se conocen con el término xenotrasplantes y son un clásico en la medicina. El origen de su teoría hay que buscarla hace cientos de años. No obstante, no ha sido hasta ahora que se ha conseguido poner en práctica gracias a los avances tecnológicos que han permitido hacer modificaciones genéticas en los animales para humanizar sus órganos.
Los cerdos son «seres sintientes», sociales e inteligentes, que sufren y tienen conciencia
Antes de fijarse en los cerdos, los científicos probaron con otros animales como los simios. No consiguieron buenos resultados y abrieron el debate ético por la similitud genética de estos animales con la especie humana. Así que, desde los años 90, pusieron el foco en los cerdos. ¿Si ya los explotamos en cantidades ingentes en las granjas por su carne, quién se va a oponer a que sirvan también para salvar vidas? Además de ser mejor aceptados por la opinión pública, estos mamíferos se reproducen fácilmente, crecen rápido y a nivel fisiológico y biológico son bastante parecidos a los humanos.
Biología sintética
La idea de modificar genéticamente animales, especialmente cerdos, surgió del genetista George Church, pionero en la llamada biología sintética, de la Universidad de Harvard, que en 2015 fundó, junto con su colaborador Luhan Yang, la empresa eGenesis. El objetivo era manipular a los cerdos mediante la técnica CRISPR, aparecida en 2012, que permite modificar los genes animales de forma barata y rápida. El descubrimiento de esta técnica les valió el Nobel de Química de 2020 a las investigadoras Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna.
Para llevar a buen puerto los xenotrasplantes comentados al inicio del artículo, los científicos desactivan genes de cerdo y les agregan genes humanos para evitar que el cuerpo receptor rechace el órgano. Tanto el riñón como el corazón de cerdo trasplantados pertenecen a la empresa estadounidense Revivicor, una subsidiaria de United Therapeutics Corporation, fundada en 2003 a partir de la compañía británica PPL Therapeutics, implicada en la clonación de la oveja Dolly. En su página web, podemos ver el catálogo de productos que ofrecen, como si de jamones se trataran. Uheart es la marca de corazones de cerdo genéticamente modificados, Ulobe es la de los lóbulos pulmonares y Ukidney es la de los riñones.
Una sociedad civilizada debería tratar de reducir la explotación, no extenderla a nuevas áreas
Como decíamos, hay más empresas que trabajan en la misma línea, como eGenesis, y grupos de trabajo, como el del Salk Institute de California. También hay avances en este campo fuera de los Estados Unidos, especialmente en Alemania y China. En España, la empresa Specific Pig está trabajando en un proyecto para crear cerdos enanos (llamados minipigs) de unos 35 kilogramos y con una genética muy específica para facilitar su manejo y estabulación, y reducir sus costes de alimentación y medicación.

¿Qué hay de los cerdos?
Los cerdos tienen capacidades cognitivas sofisticadas, incluso mayores que las de los perros. Son “seres sintientes”, sociales e inteligentes, que sufren y tienen conciencia, tal y como plasma la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, de julio de 2012.
No obstante, esto no ha servido para frenar a la comunidad científica en su búsqueda de realizar xenotrasplantes exitosos, ya que, desde su visión especista, consideran que los órganos animales podrían evitar muchas muertes -se refieren a muertes de seres humanos, claro- y acabar con la problemática que supone la escasez de órganos para trasplantar. Si bien, se desconoce cómo estas novedades afectarán al actual sistema altruista de donación de órganos. ¿Se convertirán los trasplantes de órganos en un suculento negocio?
Acción de las organizaciones animalistas
Las organizaciones animalistas sí que se han acordado de los animales no humanos. “Los trasplantes de animales a humanos no son éticos, son peligrosos y representan un enorme desperdicio de recursos que podrían usarse para financiar investigaciones que realmente podrían ayudar a los humanos”, afirma en un comunicado la Dra. Alka Chadna, de la organización People for the Ethical Treatment of Animals (PETA).
La organización animalista Animal Aid, con sede en Reino Unido, se ha manifestado en la misma línea: se opone moralmente al uso de animales como ‘biorreactores’. “Usarlos de esa manera, sea cual sea el posible beneficio para los humanos, es inmoral. Sin embargo, también tenemos preocupaciones científicas: existen razones científicas claras por las que esta tecnología no producirá los resultados prometidos. Se afirma que, aunque se haya cultivado en un cerdo, el órgano ‘recolectado’, con sus células humanas, se puede injertar en un paciente humano, funcionar de manera efectiva y no ser rechazado por el sistema inmunitario de la persona. Sin embargo, una lectura cuidadosa de la literatura científica sobre este tema deja claro que un órgano ‘humano’ no puede crecer en un cerdo y seguir siendo completamente humano. Si lo hiciera, el cerdo lo rechazaría como extraño. Del mismo modo, cuando el órgano híbrido se injerta en un ser humano, el sistema inmunitario de ese ser humano, si no inmediatamente, con el tiempo, se dispondrá a destruir y rechazar lo que reconoce como extraño”, denuncia en un comunicado. Así pues, Animal Aid considera que una sociedad civilizada debería tratar de reducir la explotación, no extenderla a nuevas áreas.
También sufren y mueren otros animales para desarrollar las técnicas, como conejos, hámsteres o ratas
Los cerdos que se utilizan para los xenotrasplantes se reproducen y crían en condiciones especiales -encerrados en instalaciones en las que no pueden comportarse de forma natural para que no contraigan enfermedades que puedan transmitir a los humanos- y son sometidos a experimentos médicos para acabar siendo matados con el objetivo de extraerles sus órganos.
No sólo sufren los cerdos, puesto que antes de trasplantar sus órganos a los humanos se prueban en primates no humanos, quienes deben mostrar tasas de supervivencia de tres a seis meses. También sufren y mueren otros animales para desarrollar las técnicas como conejos, hámsteres o ratas. Sólo en la Unión Europea, según datos de 2018, se utilizaron para la experimentación animal un total de 8.921.758 individuos. Debido a la falta de transparencia sabemos muy poco de la miserable vida que sufren estos seres.
Autora: Cristina Fernández, Periodista & Blogger.
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