El crecimiento de las ciudades y la urbanización fue alejando progresivamente a los animales silvestres de nuestros espacios, y al mismo tiempo incorporaba ciertas especies, admitidas en el ámbito doméstico, como perros o gatos, siempre y cuando se mantuviesen bajo control, porque a los humanos nos generan conflictos domésticos los otros animales que ocupan el mismo lugar que nosotros.

Conflictos domésticos entre humanos y no humanos, ¿Cómo evitarlos?
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Generalmente, las ciudades son hostiles con los animales y su presencia está excluida en la mayoría de los espacios. En los lugares en los que sí se les permite transitar, su presencia tiene que estar estrictamente controlada por sus humanos.

¿Cómo se generan estos conflictos domésticos?

Y así, los animales comenzaron a categorizarse en tipologías de manera que unos quedaban incluidos y otros excluidos de determinados ámbitos, en función de la relación que los habitantes de la ciudad hubiesen establecido con ellos. Pero la realidad es que no todos los animales restringen sus movimientos a los espacios delimitados por las reglas de los humanos; al fin y al cabo, el planeta es de todos (o de nadie, según se quiera ver). Las especies silvestres que viven en las ciudades suponen un problema en el sentido de que su libertad colisiona con el desarrollo urbanístico humano, que hasta ahora nunca ha tenido en cuenta a los habitantes no humanos a la hora de trazar sus urbes, algo que termina dificultando su subsistencia.

Sin entrar en cuestiones de sobrepoblación de especies, cuya responsabilidad señala en todos los casos a la intervención humana, es un hecho que se debería reflexionar acerca de la necesidad de aprender a compartir espacios, y tener en cuenta que los demás animales, independientemente de la simpatía que nos generen, son sujetos de derechos, con necesidades e intereses propios que deben ser respetados.

¿Qué pasa con los animales que se cuelan en nuestra casa y no son bien recibidos?

En estos casos se produce un conflicto, porque el humano no desea que permanezca en su propiedad y el animal, en su lucha por subsistir y alimentarse, no quiere marcharse. Estas situaciones suelen producirse con insectos, arañas, algunas aves, como las palomas, o pequeños mamíferos como murciélagos o roedores. A algunas personas les incomoda que esto ocurra y entienden que en estos casos está justificado matar o utilizar métodos agresivos para capturarlos. Sin embargo, existen algunas maneras de enfrentar estas situaciones sin recurrir a la violencia.

Prevenir

En primer lugar, está la prevención. Empezaremos por mantener la casa limpia y desinfectada, incluyendo zonas como el cubo de la basura, los desagües, y hay que prestar especial atención a la cocina y a la manera en la que almacenamos los alimentos. Se pueden poner rejillas en las ventanas, vigilar posibles agujeros en las juntas de las baldosas, tuberías, etc., y sellarlos, y utilizar ahuyentadores electrónicos.

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Atrapar y liberar

En el caso de los insectos, debemos saber que generalmente se sienten atraídos por la luz, especialmente los voladores. A veces es suficiente con apagar las luces y esperar a que se marchen. Tener a mano un bote para capturar al inquilino y volver a dejarlo fuera es otro recurso sencillo y respetuoso. El humo también es un buen ahuyentador, y basta con mantener encendido algún tipo de incienso. Si vivimos en una zona donde hay muchos insectos y es muy frecuente que entren en casa, podemos hacernos con unas aspiradoras especiales que existen en el mercado, que los atrapan sin dañar, para después liberarlos en el exterior.

Ahuyentar

Los caracoles se ahuyentan con ceniza, aunque también podemos atraerlos hacia algún punto para poder retirarlos y dejarlos en una zona verde alejada de casa. Esto se puede hacer dejando cáscaras de naranja, o algún alimento azucarado.  Las cucarachas, que tanta antipatía provocan, se pueden ahuyentar con lechuga con levadura. También existen trampas inocuas para atraparlas y después liberarlas lejos de la ciudad. Las hormigas sienten rechazo hacia la sal, el vinagre y el aceite de lavanda. En cuanto a moscas y mosquitos, además de prevenir impidiendo su entrada, se pueden utilizar ahuyentadores naturales como flor de saúco, menta, inciensos, citronela, o clavos de olor clavados en medios limones. Las arañas también suelen responder ante estos productos.

¿Por qué sentimos aversión hacia los insectos y otros animales?

Los motivos por los que algunas personas experimentan una fuerte aversión por los insectos son muy variados, pero ante todo debería primar el raciocinio y la capacidad de comprender que cumplen con una función absolutamente imprescindible para el ecosistema. Representan el 70% de las especies animales del planeta, así que es inevitable que nos topemos con ellos con frecuencia. Son ellos quienes se encargan de la polinización, eliminan la suciedad (intervienen en la descomposición de cadáveres), son el alimento de algunas especies y parasitan a otras, que, aunque no lo parezca también es muy importante porque controla la superpoblación y contribuye a que se desarrollen adaptaciones evolutivas.

Vivimos en un mundo en el que el desprecio hacia la vida de nuestros compañeros de planeta es una constante

Otros animales de mayor tamaño como los roedores también se pueden capturar con trampas respetuosas y humanitarias, con las que se les puede atrapar fácilmente sin causarles dolor ni sufrimiento, aparte del estrés normal de la situación. Funcionan con un pedal que, al pisarlo, activa un dispositivo que cierra la puerta, y se pueden comprar por internet por menos de diez euros.

Muchas personas también se sienten en conflicto con las aves, unas compañeras sin las cuales las ciudades serian absolutamente tristes. Pero aquellos que prefieran evitar cualquier interacción o cercanía con estos animales, pueden usar algunos trucos para evitar que se aproximen a su propiedad. Uno de ellos son los típicos CDs que se pueden colgar sujetos a un cordel en las ventanas, ya que producen destellos que les resultan molestos. En algunos parques públicos utilizan grabaciones con sonidos de aves depredadoras para asustar a especies como palomas o cotorras.

Evitar el exterminio

Por supuesto, el exterminio debería quedar descartado en cualquier sociedad evolucionada, aunque lamentablemente es aún una propuesta que llevan a cabo algunos ayuntamientos para controlar superpoblaciones de lo que consideran especies invasoras, como palomas, cotorras o gatos ferales. Un problema que podría solucionarse en poco tiempo si se aplicase un programa de esterilizaciones, cuyos gastos podrían cubrirse con el presupuesto que se destina a actividades taurinas, por ejemplo. Pero vivimos en un mundo en el que el desprecio hacia la vida de nuestros compañeros de planeta es una constante.

La ciudad es un espacio de conflicto entre humanos y no humanos, ya que estos últimos están ligados a los humanos y dependen de su cercanía para sobrevivir, pero a la vez son perseguidos, acosados, sometidos o exterminados. Como animales racionales que somos, podemos tener acceso a soluciones éticas, el principio alrededor del cual deberían girar todas nuestras acciones.

Autora: Noemí Alba, Activista por los derechos de los animales

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