El vegetarianismo, la práctica de evitar el sacrificio de animales para consumo humano, siempre ha estado presente en la historia de la humanidad, aunque de forma muy minoritaria. Generalmente se restringía a aquellas civilizaciones donde se había alcanzado una cierta seguridad económica y a aquellas personas con nivel educativo más alto, como los sacerdotes hindúes, los filósofos griegos (Pitágoras, Empédocles, Hesíodo y algunos platónicos ya promovieron o describieron las ventajas de la abstinencia de carne), los monjes budistas o los primeros teólogos cristianos.
Quizá por este motivo el vegetarianismo hasta mediados del siglo XIX evolucionó de la mano de las corrientes filosóficas y religiosas del momento. Dentro de las religiones, no fueron las oficiales las que aceptaron ni promovieron el vegetarianismo, sino las doctrinas más ascético-místicas (muchas veces consideradas heréticas) como el movimiento de los cátaros en Europa, el sufismo dentro del Islam, o el jainismo.
En el año 1847, la creación de la primera sociedad vegetariana del mundo, en Inglaterra, marcó el inicio de la democratización del vegetarianismo. El vegetarianismo dejó de ser visto como una parte más de la vida religiosa y pasó a ser adoptado como convicción ética por un número creciente de personas, especialmente en el norte de Europa y en Estados Unidos. A los principios éticos defendidos por el vegetarianismo se sumó, desde los inicios del siglo XX, la preocupación por los efectos negativos sobre la salud del consumo de carne y derivados.
El veganismo, al contrario que el vegetarianismo, es muy reciente. Surgió en Inglaterra en 1944 a raíz de la ruptura de un grupo de vegetarianos que no estaban de acuerdo con el consumo de lácteos, con la Sociedad Vegetariana inglesa. A pesar de su corta vida, el veganismo ha experimentado un crecimiento formidable en las últimas dos décadas y suscita en el momento actual, más interés general que el vegetarianismo. El veganismo se está haciendo un hueco en todas las sociedades occidentales no solo como movimiento por los derechos de los animales, sino como una de las mejores herramientas para la defensa del planeta y la lucha contra el cambio climático.
El veganismo es un movimiento social abierto y que pretende ser universal
¿Son el vegetarianismo y el veganismo una religión?
Aunque hemos visto que el vegetarianismo fue inicialmente más frecuente entre personas dedicadas a la vida espiritual o religiosa, ninguna religión, excepto el jainismo, impone el vegetarianismo a sus fieles. Sin embargo, el aumento del interés en occidente por prácticas religiosas o espirituales tradicionalmente orientales como la meditación o el yoga, ha contribuido a la popularización del vegetarianismo en nuestra sociedad. Es muy raro hoy en día, si no excepcional, acudir a un taller de meditación o a un retiro de yoga y que la comida no sea vegetariana.
Tras el jainismo, probablemente la religión que más claramente se ha posicionado a favor del vegetarianismo ha sido la Iglesia Adventista del Séptimo Día, una corriente cristiana que surgió a mediados del siglo XIX en EEUU y que tiene presencia actual en todo el mundo, pero especialmente en Loma Linda, California, donde vive una de las mayores comunidades de adventistas. Los adventistas no prohíben el consumo de carne, pero lo desaconsejan, y de hecho más de la mitad de los adventistas son vegetarianos o veganos; el resto come menos carne que la población general. Los estudios sobre los adventistas, famosos por su alta esperanza de vida y su baja incidencia de demencia y otras enfermedades degenerativas, han permitido conocer muchos de los beneficios de las dietas vegetales en la salud humana. La motivación principal de los adventistas para evitar los alimentos de origen animal es la salud, por ello también desaconsejan el consumo de alcohol y de tabaco; y promueven la práctica de ejercicio regular, del descanso y de la vida en comunidad.
¿Es el veganismo una secta?
No son pocas las personas que tratan de equiparar al veganismo con una secta, con la idea no solo de desprestigiarlo, sino de hacerlo ver como un peligro para la sociedad. Sin embargo, el veganismo no tiene nada en común con las sectas, y su funcionamiento es diametralmente opuesto. Mientras que las sectas son grupos reducidos de personas que tratan de permanecer en secreto y que tienen estrictos criterios de admisión, el veganismo es un movimiento social abierto y que pretende ser universal. Cualquier persona puede ser vegana, independientemente de su raza, clase social, religión o ideas políticas. El único requisito para ser vegano es querer detener la explotación humana sobre los animales y en consecuencia renunciar a utilizar animales como alimento, ropa, calzado, cosmética y otros usos. El veganismo no tiene jerarquías ni líderes (¡como mucho tiene influencers!) ni le pide a nadie abandonar su casa, su trabajo, su familia o sus amigos.
Desgraciadamente y coincidiendo con el aumento de popularidad de las tradiciones religiosas orientales en occidente, no han faltado los casos de grupos activistas, organizaciones benéficas o incluso escuelas de yoga o meditación en las que después de algunos años han salido a la luz comportamientos muy reprobables de sus líderes, en algunos casos incluso delictivos, que nada tenían que ver con el estilo de vida que propugnaban. Estos autoproclamados gurús, que buscaban devoción ciega entre sus adeptos, se aprovecharon de la buena fe, de la situación de vulnerabilidad y de los deseos de mejora espiritual de quienes se acercaban a ellos.
Podemos encontrar personas veganas en todas las profesiones y sectores sociales
Como una de las recomendaciones de estas sectas era el vegetarianismo o el veganismo, se ha tratado de equiparar el veganismo con estos comportamientos sectarios. Pero igual que no se puede considerar que meditar o practicar yoga o taichí sea sectario, no tiene sentido hacer lo mismo con un estilo de vida como es el veganismo. La imagen de un vegano como una persona hippie que vive en una comuna y no se relaciona con el resto de la sociedad es una imagen interesada que no se corresponde con la realidad actual. La realidad es que podemos encontrar personas veganas en todas las profesiones y sectores sociales.
Los más conocidos son los que tienen proyección pública, como actores, actrices y cantantes (Joaquin Phoenix, Alicia Silverstone, Paul McCartney…), deportistas (Lewis Hamilton, Patick Baboumian, Novak Djokovic, Martina Navratilova…) o académicos y políticos (Yuval Noah Harari, Al Gore, Gary Francione…), pero también crece el número de profesionales sanitarios que adoptan y promueven dietas veganas, así como abogados, arquitectos, periodistas, profesores, escritores, artistas, funcionarios o mecánicos, que de forma anónima contribuyen a la normalización de este movimiento social y son ejemplo e inspiración para sus familias y amigos.
En el Reino Unido el número de personas veganas sobrepasa el medio millón, lo que supone más del 1,5% de la población y tanto en ese país como en España no dejan de crecer los establecimientos y productos adecuados para veganos, que son consumidos tanto por personas veganas como por aquellas que no lo son, pero que saben que el que un producto se haya elaborado evitando el sufrimiento animal indudablemente le añade valor y es el camino a seguir.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra
Suscríbete a la Newsletter y recibe Bueno y Vegano gratis cada mes en tu correo
Bueno y Vegano, tu mensual 100% vegano
Bueno y Vegano Septiembre 2020