La falsa creencia de que los gatos positivos de inmunodeficiencia felina (FIV) no pueden vivir una vida saludable y relativamente normal sin absolutamente ningún síntoma conlleva altos índices de sacrificio.
El estigma sobre la enfermedad del virus de la inmunodeficiencia felina sigue destinando a una muerte segura a muchos animales infectados. Si bien es difícil encontrar adoptantes para gatos sanos, la falta de conocimiento sobre la salud de los gatos positivos en inmunodeficiencia disminuye drásticamente las posibilidades de encontrar un hogar para estos animales. Desde FAADA ponemos a disposición información objetiva con el fin de desmontar este mito ya que convivir con gatos portadores no significa ninguna amenaza.
¿Qué es el virus de la inmunodeficiencia felina (FIV)?
Como su nombre indica se trata de una inmunodeficiencia, es decir, una menor capacidad de defensa ante una enfermedad o una nueva infección. El FIV está producido por un virus contra el que desgraciadamente no existe vacuna. Según establece el Estudio de la Universidad de Purdue (USA):
«El FIV o virus de la inmunodeficiencia felina, es una enfermedad exclusivamente de gatos, que no puede ser transmitida a seres humanos ni a otros animales. Es un virus lento que afecta al sistema inmunológico durante un largo periodo de tiempo. Una vez contagiado se pueden dar tres escenarios posibles: primero, el gato infectado puede combatir la infección y conseguir ser totalmente inmune; segundo, puede convertirse en un portador que nunca enferma y tercero, en el peor de los casos, terminar con un sistema inmune comprometido pero que no presenta ningún síntoma ni provoca ninguna pérdida en la calidad de vida del animal».
Se trata de una enfermedad que afecta exclusivamente a la especie felina y las consecuencias son similares al sida humano, solo que en el caso de los gatos es de diagnóstico muy difícil y generalmente pasa desapercibido. Los gatos infectados pueden padecer una bajada de defensas y quedan sin protección frente a otros virus y bacterias, por lo que cualquier enfermedad puede derivar en un problema grave para su salud, incluso provocarle la muerte y jamás llegar a conocer que el motivo inicial de su deterioro de salud fuera provocado por el FIV.
No existen datos estadísticos españoles, pero sí conocemos que en Estados Unidos hay un grado de infección del 3% de los gatos domésticos que, aparentemente están sanos, pero que poseen la enfermedad sin ser diagnosticados. En este caso, se ha determinado que la gran mayoría de especímenes son machos, lo que tiene mucho que ver con la forma de contagio más habitual, las peleas con mordedura profunda.
¿Cómo se transmite?
El FIV no se contagia fácilmente. No se puede transmitir a través de los areneros, comederos y bebederos, ni por acurrucarse juntos y jugar. La enfermedad sólo se transfiere a través de una mordedura que traspase la piel donde el virus –presente en la saliva- es inoculado en el torrente sanguíneo. El virus del FIV es muy frágil y no vive mucho tiempo una vez está fuera del organismo, además la membrana mucosa forma una barrera bastante eficaz contra el virus, por lo que incluso si algunos virus entrasen en la boca del gato, es muy improbable que atraviesen la membrana mucosa. Se ha sugerido que para que el virus realmente infecte al gato cuando entra por la boca, se necesitaría una cantidad diez mil veces mayor de virus presente para que pudiera lograr una infección central.
Así, en un hogar particular, es muy improbable que un gato castrado infecte a sus compañeros siempre y cuando se introduzca al gato de la forma apropiada y no tenga una naturaleza particularmente agresiva.
Además, está estudiado y comprobado que los gatitos nacidos de una madre positiva FIV raramente son infectados con el virus. En el útero están protegidos por la placenta y, una vez han nacido, la membrana mucosa les previene de la transmisión.
Convivencia sin riesgos
Que un gato sea portador del FIV no significa que pueda tener graves complicaciones de su salud de forma inminente, todo depende del entorno en el que viva, y si está en un hogar en el que no tiene excesivo contacto con el exterior, las posibilidades de que enferme y sus defensas se vean amenazadas se minimizan bastante.
Los gatos positivos por inmunodeficiencia felina (FIV) pueden vivir una vida larga, saludable y relativamente normal sin presentar absolutamente ningún síntoma. Raramente requieren de tratamientos o controles veterinarios más allá de los habituales para cualquier gato: revisión veterinaria y control analítico anual. Sólo habría que parar atención al supuesto de que se produjese una bajada de defensas –posible pérdida del apetito y peso, infecciones de orina, fiebre e infecciones de encías- para la que existe un tratamiento que suele normalizarles rápidamente en procesos cíclicos que pueden aparecer y desaparecer. Por ello la mejor prevención para conseguir que el gato disfrute de una buena calidad de vida es:
- Ofrecerle comida de buena calidad, nutritiva y apetitosa.
- Someterlo a desparasitaciones regulares, tanto internas como externas.
- Mantenerlo en el interior de la casa para evitar que se contagie de otras infecciones.
- Seguir con el programa de vacunación estipulado.
- Ofrecerle homeopatía para gatos como herramienta preventiva ante infecciones secundarias.
La convivencia entre gatos positivos de FIV y gatos negativos no supone riesgos siempre que se tomen algunas precauciones. Según el estudio publicado por el The Veterinary Journal y basado en la convivencia de gatos rescatados, se ha demostrado que el sacrificio de miles de gatos por un resultado positivo es injusto e inútil. Todavía hoy, algunos veterinarios siguen recomendando el sacrificio para los gatos que dan positivo al test cuando no es necesario, ni por seguridad ni por calidad de vida del animal.
En resumen, los gatos positivos y negativos pueden convivir mientras no existan peleas serias, ya que el principal motivo de transmisión es por mordedura grave, es decir, las peleas típicas de los juegos o las peleas leves no representan un problema.
Desde FAADA queremos insistir en que cada nuevo estudio y cada nueva información que se publica en revistas especializadas confirma y reconfirma que el FIV no es un problema. Sin embargo, todavía hoy en muchos lugares los gatos con inmunodeficiencia felina se siguen considerando no adoptables y acaban siendo sacrificados.
Apelamos a los profesionales veterinarios y al personal de los centros de acogida para que aconsejen con conocimiento de causa a los futuros adoptantes, para que no descarten y destinen a una muerte segura a los animales infectados. Ellos también merecen una oportunidad.
Más información en www.faada.org
Autora: Carla Cornella, presidenta de FAADA (Fundación, para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales) | www.faada.org
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