Encierros, novilladas, corridas de toros, toros con los cuernos atados con cuerdas, con los cuernos en fuego; variedad de formas con un mismo fondo: la crueldad como diversión. En el nombre de las tradiciones más sádicas, multitud de compañeros de nuestra especie, la humana, se regocijan provocando el sufrimiento a otros animales, en ocasiones, bebés o infantes de menos de dos años, como en las becerradas y novilladas.

Fiestas y sangre. La crueldad como diversión

Son muchos los municipios españoles que siguen programando festejos en los que el acoso y la muerte pública de animales forman parte de su agenda. Subvencionados con dinero público, presenciados por menores. ¡Las llaman actividades culturales! La barbarie como lastre de épocas pretéritas.

Hasta hace bien poco, se ha considerado a los animales como cosas. Ahora la ley les reconoce como seres sintientes, es decir, que sienten, que sufren. Según el código penal:

 “Será castigado con la pena de tres meses y un día a un año de prisión e inhabilitación especial de un año y un día a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales, el que por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente, causándole lesiones que menoscaben gravemente su salud o sometiéndole a explotación sexual, a
a) un animal doméstico o amansado,
b) un animal de los que habitualmente están domesticados,
c) un animal que temporal o permanentemente vive bajo control humano, o
d) cualquier animal que no viva en estado salvaje.”

¿Dónde está pues la trampa de la ley para que se sigan autorizando actos donde se acosa, hiere, persigue y mata a otros animales: vacas, toros y becerros, principalmente? En la palabra injustificadamente. El negocio de las ganaderías y la presión de los empresarios taurinos, justifica el provocar lesiones que menoscaban gravemente la salud de muchos animales sin tener que rendir cuentas por ello.

“Los que, fuera de los supuestos a que se refieren los apartados anteriores de este artículo, maltrataren cruelmente a los animales domésticos o a cualesquiera otros en espectáculos no autorizados legalmente, serán castigados con una pena de multa de uno a seis meses.”

Aquí, los legisladores son más explícitos: si se autoriza una barbarie, pues nada, a callar todo el mundo. Es hora de preguntarnos si somos conscientes del calvario al que llevamos a estos animales inocentes y si nos parece bien o no. Callar es otorgar. Autorizar es torturar y matar.

Quiero creer que si se hiciera una consulta, sobre si consideramos divertido el ejercer la violencia sobre animales indefensos, perplejos, totalmente perdidos antes sus verdugos, o no, sería mayoría la gente a la que le indignan tales prácticas.

En las agendas festivas hay muchísimas actividades que dignifican a los paricipantes. El negocio de bares, restaurantes y hoteles no tiene por qué estar ligado a la crueldad. Si queremos avanzar hacia una sociedad más justa y ética, se impone la reconversión de las fiestas en las que se obliga a animales a participar, y donde se les maltrata.

Diccionario para la reflexión vegana

  • Compasión: Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien. (Los animales no son cosas).
  • Cómplice: Persona que sin ser autora de un delito, coopera a su ejecución. El que conociendo un delito no lo denuncia.
  • Esclavitud: Falta de libertad provocada por el sometimiento a una forma de vida opresiva.
  • Fiesta: Acto o conjunto de actos organizados para la diversión o disfrute de una colectividad. (En una fiesta es bueno que sean todos los que lo pasan bien)
  • Libertad: Estado o condición de quien no es esclavo.
  • Sadismo: Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.
  • Tortura: Grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos.

Autora: Montse Mulé, Redactora

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Publicado en Bueno y Vegano Octubre 2018

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