los delfines no sonríen

Mantenemos aproximadamente a 2000 cetáceos en cautividad para satisfacer nuestro capricho de observarlos. Que nos gusten estos animales es probablemente su peor condena… nos gusta interactuar con ellos, darles de comer… Y por eso acabamos encerrándoles en jaulas de agua, adiestrándoles para que nos entretengan y pagando por verles realizar actividades y conductas que se alejan completamente de sus instintos y de su naturaleza.

Los delfines son mamíferos marinos que recorren grandes distancias a diario y que forman grupos sociales muy complejos. En su hábitat natural, transcurren el 80% del tiempo bajo el mar, relacionándose con el entorno, buscando alimento y nadando: salen a la superficie tan sólo para respirar.

Lo más habitual es que los delfinarios estén dentro de parques zoológicos o acuáticos, pero también los hay en centros comerciales, discotecas, hoteles o incluso en ejércitos. Los delfines y otros cetáceos como orcas y belugas, son mantenidos en tanques de cemento, o dicho de otro modo, en jaulas de agua. En la mayoría de los casos, los animales deben participar en espectáculos diarios para el entretenimiento de los visitantes, en sesiones de fotos, interacciones dentro del agua e incluso programas de delfinoterapia.

Las necesidades básicas de los cetáceos hacen que sea imposible garantizar su bienestar en condiciones de cautividad

La alimentación a base de pescado congelado que obtienen a cambio de obedecer las órdenes de los entrenadores, también tiene consecuencias negativas para su salud y lleva asociada la inutilización de su sentido más característico: la ecolocalización.

Su conducta natural se ve modificada de forma drástica: además de realizar comportamientos que jamás llevarían a cabo en la naturaleza y de no disponer de un entorno rico que explorar, los cetáceos marinos en cautividad pasan la mayor parte de su tiempo con la cabeza fuera del agua, esperando recibir órdenes o comida. Qué frustrante debe ser para ellos vivir encerrados en un espacio tan reducido en el que no hay ningún enriquecimiento. Un espacio que además está sometido a niveles de ruido muy elevados -derivados de las bombas de agua de la piscina, del griterío del público y la música- para animales que en la inmensidad del mar se escucharían entre sí a kilómetros de distancia.

Poca conservación y mucho entretenimiento para atraer a los visitantes

En la actualidad hay aproximadamente 60 países en el mundo con unos 2000 cetáceos mantenidos en cautividad, principalmente Delphinidae (delfines – como el mular- y orcas) aunque también Phocoenidae (marsopas) y Monodontidae (como las belugas).

España es el delfinario de Europa: es el país con mayor número de delfinarios de todos los Estados Miembros. Estos centros se rigen por la Ley 31/2003, de 27 de octubre, de conservación de la fauna silvestre en los parques zoológicos. Es decir, los delfinarios en España deberían tener un papel en la educación, investigación y en la conservación. Además, deberían alojar a los animales en condiciones que les permitan satisfacer sus necesidades biológicas y no deberían consentir su utilización en espectáculos ni otras actividades que se encuentren claramente alejadas de las tareas educativas. Estas condiciones se incumplen sistemáticamente en todos los centros de la Península Ibérica.

Desde FAADA hemos publicado recientemente el resultado de la investigación que hemos realizado para evaluar los contenidos educativos de los delfinarios de España. A pesar de tener que cumplir con un programa educativo que informe sobre la especie, el hábitat y la conservación, la mayoría de delfinarios sigue basando su oferta en exhibiciones lúdicas cuyo único objetivo es el entretenimiento de los visitantes. A lo largo del verano de 2017, hemos analizado los espectáculos de 11 de los 12 delfinarios actualmente operativos en la Península, evaluando su duración, contenido educativo, nivel de ruido, etc.

Los resultados son desoladores: de media tan sólo un 8.8% del tiempo de cada exhibición se destina a proporcionar contenido educativo, el 73% de los delfinarios utilizan música moderna a un volumen elevado, el 73% basan los ejercicios de los delfines en la realización de comportamientos antinaturales y el 82% incluye la entrada a la piscina de visitantes y cuidadores.

En definitiva, las explicaciones ofrecidas durante las exhibiciones pretenden lanzar un mensaje de conservación pero tienen demasiadas carencias para ser consideradas educativas, y los espectáculos con delfines de los zoológicos de España no son más que eso: espectáculos.

Afortunadamente existe gran evidencia que confirma que, tras años de haber mantenido encerrados a estos animales, constatamos que nunca lo deberíamos haber hecho y que como sociedad debemos avanzar hacia el fin de su cautividad.

El inicio de la transición

A cuenta gotas empiezan a formalizarse posicionamientos que se traducen en el inicio de la transición: desde el compromiso de Sea World de dejar de capturar orcas y detener los programas de reproducción para que los animales no críen o la prohibición de los espectáculos circenses en algunos delfinarios, hasta su cierre.

El caso de Barcelona

El Zoo de Barcelona tiene actualmente 6 delfines: Anak -que nació libre en el mar Caribe-, Blau, Tumay y Nuik, que viven en la instalación de Barcelona, y Leia y Kuni que fueron trasladados al Oceanográfico de Valencia hace unos meses. Las instalaciones no cumplen los requisitos de la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos (EAAM) y los animales tienen conflictos sociales y de estrés, reconocidos por sus cuidadores.

Desde hace años trabajamos acompañando al Ayuntamiento de Barcelona, responsable directo de los animales, a realizar un proceso de transición hasta conseguir, en el marco de nuestra campaña Adeu Delfinari, que la ciudad se declarara libre de cetáceos en cautividad. El Ayuntamiento de Barcelona ha sido valiente en aceptar que los cetáceos no pueden tener una vida digna en cautividad. Por ello, se ha comprometido a buscar el mejor destino para el retiro de los 6 delfines cerrando así la posibilidad de construir un nuevo delfinario.

Aquario zoo barcelona delfines

Nuestra postura -de la mano de expertos de todo el mundo y de nuestra iniciativa SOS Delfines, trabajamos en la búsqueda de alternativas a los delfinarios para reubicar a estos animales- y defendemos que tenemos la responsabilidad de ofrecerles un lugar donde puedan vivir de una forma un poco más cercana a lo que sería la forma de vida natural de los delfines. La opción que se está trabajando es la construcción de santuarios marinos, lugares delimitados en el mar, donde se lleve a cabo un control reproductivo, y bajo la vigilancia permanente de profesionales que velen por la salud de los animales. En un lugar de este tipo, los cetáceos podrían disfrutar de un espacio natural y más grande donde vivir, de la riqueza de la vida bajo el agua, de las variaciones físicas del mar, del uso de la ecolocalización e incluso, con el tiempo, de la posibilidad de volver a alimentarse por sí mismos.

Sobre todo, en un santuario marino, ningún animal sería forzado a realizar espectáculos circenses o a interactuar con el turismo. En este sentido hay varias iniciativas en marcha: The Whale Sanctuary Project, diseñado para orcas en USA; el santuario que el Acuario Nacional de Baltimore tiene planteado para sus 8 delfines para 2020, The Aegean Marine Life Refuge, diseñado para delfines en Grecia o el santuario para belugas de la Whale and Dolphin Conservation.

A final de 2017, Barcelona tomará la decisión final y desde FAADA seguiremos trabajando para asegurar el mejor futuro para los delfines de Barcelona.

faadaAutora: Carla Cornella, presidenta de FAADA

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Bueno y Vegano Noviembre 2017

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