Con el verano a los pies, numerosos municipios de nuestra geografía se visten de fiesta para celebrar jornadas tradicionales en las que, año tras año, se siguen programando con la participación de animales. Toros, caballos, aves, burros, cabras y otros muchos animales que, además de no haber escogido estar allí, son sometidos a vejaciones, tortura y a veces son sacrificados públicamente.

El inicio de los festejos populares libres de sufrimiento animal

En España existen todavía unos 3.000 festejos populares en los que se utiliza animales de forma tradicional tanto en sus fiestas mayores como en otro tipo de celebraciones. Originalmente, estas tradiciones con animales servían para demostrar la hombría de los jóvenes, ya fuese para marcar el paso de la juventud a la edad adulta o bien para dejar claro quién era el más fuerte. En la mayoría de los casos se trata de tradiciones que llevan años realizándose y que, a pesar de haber demostrado el sufrimiento que suponen para los animales, siguen realizándose en nombre de la cultura. En algunos casos, los animales son exhibidos ante un público ruidoso y en terrenos donde no están naturalmente acostumbrados a caminar; en otros, sirven de medio de transporte durante largas jornadas y en otros casos son utilizados para realizar demostraciones de fuerza. Tanto en el caso del maltrato físico directo, que suele conllevar la muerte de estos animales, como en el caso del maltrato por falta de condiciones óptimas de mantenimiento y bienestar, está demostrado que los animales sufren. Sufren con el único objetivo de que las personas puedan divertirse en las fiestas populares.

Nos encontramos con comparsas y carrozas en todo tipo de desfiles tiradas por équidos donde a menudo deben cargar o arrastrar cargas que exceden incluso el peso máximo recomendado, donde se asustan y estresan por las luces, la música e incluso petardos o fuegos artificiales, y en los que a veces tienen restricciones de acceso al agua, y aunque estén agotados y heridos son obligados a seguir caminando.

Sólo en el Rocío, desde 2007 han muerto más de 120 caballos

Hallamos también fiestas temáticas tradicionales en las que recrean espacios y actividades de la Edad Media, como los mercados medievales en los que se exhibe distintas especies de animales -generalmente domésticos como patos, gallinas o cerdos- y se organizan paseos en burro, poni o con carros tirados por caballos.

A pesar de que no entre en el contexto de una feria medieval, se ha puesto de moda también exhibir aves rapaces y permitir que las personas se hagan fotos con estos animales lucrándose a su costa. Aunque durante la feria es posible que no se observen indicios de maltrato o sufrimiento explícitos, las condiciones en las que viven estos animales son deplorables.

feria medieval defensa animal

Existen innumerables festejos y tradiciones crueles que implican otras especies animales pero, sin duda, el animal más torturado en nuestro territorio es el toro, el Bos Taurus Taurus, o dicho de otro modo, una vaca cualquiera.

Sólo en 2016, en España se realizaron 17.073 eventos populares en los que se maltrató, torturó y mató toros

Encierros, toros embolados, toros ensogados, correbous, novilladas, becerradas y corridas. Eventos avalados por el Ministerio de Cultura, Educación y Deportes, financiados y promovidos por las administraciones públicas, en los que anualmente se sacrifica más de 30000 toros en España. A pesar de que un 73% de la ciudadanía se ha declarado en contrario o le es indiferente la tauromaquia, el Gobierno sigue haciendo oídos sordos.

Sin ahondar en el atroz sufrimiento del toro, el público asistente presencia un evento donde la violencia se respira en el ambiente, hiriendo la sensibilidad del espectador, especialmente de los menores que, con mucha frecuencia, asisten a pesar de que la Organización de las Naciones Unidas pidiera apartar a la infancia de esta cruel y violenta  actividad. ¿Qué mensaje transmitimos a nuestros hijos cuando les llevamos a ver este tipo de espectáculos donde hacemos sufrir a los animales?

Afortunadamente algunos municipios sí son conscientes de que estos grotescos espectáculos fomentan la violencia entre las personas y a la vez perjudican a los animales –cuando no terminan con sus vidas–, por lo que hay pueblos que han decidido suprimir estas fiestas o han sustituido a los animales por objetos. La primera comunidad que prohibió los espectáculos sangrientos con animales en «peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad o sufrimiento» fue Canarias, en 1991. No obstante, la ley aprobada permitió, por tradición, las peleas de gallos. Extremadura, por su parte, prohibió los toros ensogados y embolados—con fuego—, y  Cataluña prohibió las corridas de toros en 2010. En Castilla y León se permiten los festejos con más de 200 años de tradición. Sin duda, el éxito más reciente fue la prohibición de la muerte del Toro de la Vega, un festejo tradicional que consiste en un torneo en el que se alancea a un toro hasta la muerte. Tras años de manifestaciones y denuncias públicas contra tal atrocidad, finalmente se aprobó en 2016 un decreto-ley que prohibió la muerte de las reses de lidia en presencia de público en espectáculos taurinos populares como encierros, vaquillas, capeas o concursos de cortes, y también tradicionales que acrediten una antigüedad de al menos doscientos años.

Las competencias y la aplicación de la legislación vigente tanto en protección de los animales como de los festejos pertenecen a las administraciones autonómicas y locales, y no existe una unidad de criterio. El código penal recoge el maltrato como delito y, aunque la tauromaquia y otras tradiciones tengan una dimensión cultural, comporta tal grado de maltrato que no debería autorizarse, sin embargo, aún seguimos sin la valentía de abordarlo a nivel estatal.

Afortunadamente, y aunque sea poco a poco, municipio tras municipio, comunidad por comunidad, evolucionamos como sociedad. La ciudadanía comienza a estar organizada en la penalización de estas tradiciones que esconden la violencia contra los animales sólo por el mero hecho de entretenernos.

Es positivo aprovechar nuestra capacidad de crear e imaginar para encontrar un abanico repleto de alternativas al uso de animales. Alternativas que realzan y expresan nuestra raíz cultural sin infringir daño a nadie, ni a las personas ni a los animales. Porque no es necesario abandonar nuestra tradiciones, sino adaptarlas a nuestra evolución social. Existen ejemplos de municipios que han sustituido animales vivos, toros y cabras, por otros hechos de cartón y yeso que, en ningún caso, han desvirtuado la fiesta, más bien al revés.

Nuestra sociedad avanza y son cada vez más municipios los dispuestos a proponer unas festividades respetuosas con todos los seres vivos. Sin embargo, nos queda camino por recorrer aún hasta que la reconversión sea total. Por ello, es necesaria nuestra implicación, que como individuos elijamos la opción de no participar de festividades o espectáculos donde se utilice el sufrimiento animal como entretenimiento. Involucrarnos escribiendo a nuestro ayuntamiento para pedir que no permita el uso de animales en los festejos y celebraciones municipales es una buena forma de empezar también.

Por una fiesta libre de sufrimiento.

faadaAutora: Carla Cornella, presidenta de FAADA

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Publicado en Bueno y Vegano Julio-Agosto 2018

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