Pasear a bordo de un paquidermo puede verse como una aventura extraordinaria, sin embargo, además de implicar graves consecuencias sobre la vida del elefante y las poblaciones salvajes, implica también riesgos para los seres humanos.

Para ti es sólo un paseo, para ellos una vida de explotación

Según datos oficiales de la International Union Conservation of Nature (IUCN), los elefantes asiáticos están en peligro de extinción y el turismo es parte del problema. En los últimos 100 años se ha perdido el 90% de la población de elefantes asiáticos y, mientras el mundo entero se indigna ante la masacre de elefantes africanos a mano de los cazadores furtivos, en Asia, estos animales están desapareciendo rápida y silenciosamente. Se estima que por cada veinte elefantes africanos a duras penas queda uno asiático. Estos animales han sido clasificados como “amenazados” en la lista roja de la IUCN.

Cada año la industria turística provoca la captura de centenares de ejemplares de la naturaleza, básicamente en Tailandia, Índia, Filipinas, Indonesia y Malasia. Los animales se utilizan para todo tipo de actividades que implican el espectáculo y la interacción en sesiones fotográficas, actividades circenses, mendicidad, montar sobre ellos… Pasear sobre el lomo de un elefante puede resultar una experiencia única para acercarse a los animales terrestres más grandes del mundo, pero la realidad es que condena a estos majestuosos animales a una vida de sufrimiento y, además, provoca la muerte y fractura de famílias enteras sólo para capturar a las crías que serán entrenadas violentamente durante años para ser domesticadas mediante el “Pajaan” y posteriormente vendidas a campamentos y falsos orfanatos. Hasta ahora estas actividades turísticas con elefantes tenían lugar principalmente en Asia pero se han extendido también a África.

Desde el año 2000, Tailandia, país donde tienen lugar la mayoría de actividades turísticas con elefantes, ha vivido un verdadero boom turístico que ha supuesto un rápido y creciente aumento de los campamentos de estos animales. Una industria floreciente que precisa sobretodo de ejemplares jóvenes a los que resulta más fácil enseñar y que además tienen más éxito entre los visitantes. Disponer constantemente de animales jóvenes es complicado, sobre todo teniendo en cuenta que los elefantes en cautividad casi no se reproducen. Es por este motivo que el tráfico ilegal de crías de elefante juega un papel importante en el suministro de animales a la industria. En la actualidad, el coste de una cría de elefante ya domesticada a través del “Pajaan” varía entre los 17.000 y los 24.000€.

El Pajaan, la técnica de romperles el alma

Para controlar y someter a estos enormes animales, se utiliza una técnica que implica privar al elefante de comida y agua, aislarle en una diminuta y rudimental jaula – donde no tiene la posibilidad de realizar el más minimo movimiento- privarle de sueño para que el proceso resulte más traumático, encadenarle, atarle y golpearle con ganchos metálicos en sus zonas más sensibles: orejas y ojos. La gestión de su comportamiento se basa en la dominancia, y esto implica no sólo el castigo físico sino también la amenaza del castigo. Cuanto más intenta rebelarse el animal, más golpes recibe.

Dicha tecnica, denominada Pajaan, es una práctica de “adiestramiento” o mal llamada “domesticación” de elefantes que se lleva a cabo en Tailandia desde hace siglos y que se emplea también con distintos nombres en los demás países donde se entrenan elefantes.

La finalidad de este adiestramiento es la de “romper el alma” o “quebrantar el espíritu” de los animales, para que se conviertan en seres sumisos e incapaces de desobedecer a las órdenes de los humanos.  Estos animales nunca serán capaces de olvidar lo que han vivido, y después del Pajaan siempre tendrán miedo a los humanos, y por miedo, harán lo que éstos les pidan.

Cabe destacar que varios ejemplares fallecen durante este proceso de domesticación: en los últimos 12 años, en el estado hindú de Kerala, han muerto unos 1,000 elefantes durante su «entrenamiento». Acabado el periodo de domesticación, se suelen utilizar ganchos metálicos –bullhooks- para dominar a los elefantes, generalmente de manera abusiva y agresiva siendo muy frecuente ver heridas en sus cabezas y detrás de sus orejas -sus zonas más sensibles- así como en la parte baja de sus patas y pies.

El alto precio de los paseos

elefantes explotaciónLa vida de los elefantes en cautiverio contrasta fuertemente con la de aquellos que pueden vivir en su estado salvaje, que caminan 30 kilómetros al día y establecen fuertes vínculos entre ellos que duran toda la vida. Los elefantes necesitan comer durante 14-18 horas diarias (hierbas, bambú o forraje) y beber hasta 100 litros de agua fresca. Asimismo deben disponer de sombra durante las partes más calurosas de la jornada.

Debido a los entornos antinaturales en los que viven, los elefantes mantenidos en cautiverio para satisfacer las actividades turísticas, pasan horas encadenados sin poder moverse libremente, mostrando comportamientos estereotipados, como balancearse de un lado a otro.

Al contrario de lo que podría parecer, los elefantes no están diseñados para soportar grandes pesos sobre el lomo, de hecho cualquier carga de más de 150kg supone una presión inmensa sobre sus columnas. Sólo las sillas (howdah) están hechas de madera o hierro y pueden pesar hasta 100 kilos. Del mismo modo, los rudimentarios métodos de fijación, normalmente mediante gruesas cuerdas, a menudo les provocan llagas.

Muchas empresas de trekking con elefantes hacen trabajar en exceso a sus animales, sin ofrecerles suficiente descanso, sin enriquecer sus vidas y sin soltarlos de sus cadenas. Es también frecuente mantener a los animales ensillados durante todo el día, incluso cuando se acaba el paseo. Otros aspectos de los trekking que afectan a los animales son la duración de los mismos, la exposición al sol directo, el acceso limitado a agua y el hecho de andar sobre superficies duras. En ocasiones se utiliza animales menores de 10 años de edad cuyos cuerpos no están todavía desarrollados completamente.

Es evidente que la magnitud de este maltrato continuado conlleva consecuencias, sólo el hecho de capturar un animal jóven de la naturaleza, separarlo de sus familiares y someterlo a una domesticación tan violenta, le provoca daños psicológicos irreversibles que, tratándose de animales impredecibles, deriva también en riesgos para las personas. Los elefantes, bien conocidos por su prodigiosa memoria, y como respuesta a los malos tratos, acaban rebelándose y atacando a sus adiestradores. Existe un largo historial de accidentes en paseos o espectáculos con elefantes que, debido a su gran tamaño, han resultado mortales.

Avanzar hacia actividades turísticas que no impliquen maltrato hacia los animales es también nuestra responsabilidad y evitar nuestra participación es clave

Existen multitud de centros de rescate y protección real de elefantes necesitados que visitar en Asia con los que el turismo se puede implicar.

Para más información visita www.turismo-responsable.com

faadaAutora: Carla Cornella, presidenta de FAADA

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