Los efectos de la ganadería en el medio ambiente son cada vez más alarmantes. “La ganadería es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy en día. Se requiere una acción urgente para hacer frente a esta situación”, aseguraba Henning Steinfeld, líder de la Iniciativa de Ganadería, Medio Ambiente y Desarrollo (LEAD) y jefe de la subdirección de Información Ganadera de la FAO, en el informe ‘La larga sombra del ganado’ (FAO, 2006).

Una década después de editarse este exhaustivo y contundente informe, la situación no ha mejorado en absoluto

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La cría y comercialización de animales para consumo humano afecta al medio ambiente de forma muy diversa. Veamos cuatro de los aspectos de mayor importancia: los graves efectos de la ganadería en el medio ambiente en cuanto a contaminación del agua, pérdida de biodiversidad, cambio climático y deforestación.

Durante siglos, las fuentes, los pozos y los lagos han facilitado el acceso de los humanos al agua potable. En la actualidad, en muchos países industrializados -incluido el nuestro- beber agua no tratada es un peligro. La causa principal de la contaminación de estas aguas no son las industrias químicas, ni los vertidos de petróleo, sino la ganadería.

En Catalunya, por ejemplo, el 41% de las masas de agua subterránea están contaminadas por los purines (residuos fecales) procedentes de las granjas de cerdos, según reconoce oficialmente la Agencia Catalana del Agua (dependiente de la Generalitat). En este caso, la contaminación consiste en un aumento de la concentración de nitratos en el agua superficial y subterránea, que puede provocar problemas de salud a las personas.

La ganadería también es la causa de la contaminación del agua con microorganismos, parásitos e incluso restos de medicamentos -como los antibióticos– que se administran de forma masiva en algunos tipos de ganado, según detalla el informe de la FAO.

El sector ganadero tiene, por otra parte, un impacto negativo en la biodiversidad del planeta

Así, la cría de ganado ha provocado el exterminio de especies de animales en diversas zonas del planeta. En nuestro país, por ejemplo, la desaparición de grandes mamíferos como el oso o el lobo fue provocada por la acción de los pastores y ganaderos que querían aprovechar las zonas de pastos sin la presencia de unos animales que consideraban molestos.

Efectos de la ganadería en el cambio climático

El cambio climático es sin duda el problema ambiental más grave al que se enfrenta actualmente el planeta y sus habitantes. La ganadería -y, en especial, la ganadería intensiva o ‘industrializada’- tiene una parte de la culpa de esta situación.

Los informes publicados durante los últimos años por el Panel Internacional de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por las siglas en inglés) detallan la importancia de las actividades ganaderas en el aumento de temperaturas a escala global.

Como indicaba el informe ‘Agricultura y cambio climático’, encargado por Greenpeace al profesor Pete Smith (Universidad de Aberdeen), «al ingerir los alimentos, los animales producen grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero». «De mantenerse el actual aumento de consumo de carne, las emisiones de metano seguirán creciendo y lo harán durante las próximas décadas», advertía el profesor Pete Smith en este informe publicado en 2008.

Si alguien nos pregunta sobre la responsabilidad en las emisiones de los gases que están cambiando el clima, muy probablemente mencionaremos en primer lugar a los coches que queman gasolina o gas-oíl. Pero, según recordaba la FAO en el informe anteriormente mencionado, el sector ganadero «genera más gases de efecto invernadero -el 18%, medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2)- que el sector del transporte».

Para calcular el impacto de la ganadería en las emisiones de efecto invernadero se debe incluir no solo gases como el metano procedentes de la digestión de los animales -en especial de los rumiantes- sino también las emisiones provocadas por el cambio del uso de la tierra en favor de la ganadería.

Para que se entienda mejor, la destrucción de grandes extensiones de bosques tropicales para crear zonas de pastos para ganado hace aumentar la concentración en la atmósfera de CO2. Como es conocido, los bosques contienen una gran cantidad de carbono -en forma de madera- y cuando se destruyen los árboles este carbono pasa a la atmósfera convertido en CO2.

Más efectos de la ganadería en el medio ambiente

En un interesante estudio publicado en 2015 en la revista Environmental Research Letters se explica una de las claves de esta trágica transformación de los bosques tropicales en pastos para ganado. «En el período 1990-2005, el 71% de la deforestación en Argentina, Colombia, Bolivia, Brasil, Paraguay, Perú y Venezuela se debió al aumento de la demanda de pastos; el 14%, a los cultivos comerciales; y menos del 2% a la infraestructura y a la expansión urbana», explica este estudio liderado por la profesora Veronique De Sy, del Laboratorio de Geo-Información de la Universidad Wageningen, en Holanda.

La expansión de los pastos causó la pérdida de al menos un tercio de los bosques en seis de los países analizados en este estudio. La excepción fue Perú, donde el aumento de las tierras de cultivo en pequeña escala fue el factor dominante de la deforestación.

En cambio, en Argentina, la expansión de los pastos fue responsable del 45% de la deforestación, mientras que la expansión de las tierras de cultivos comerciales representó más del 43%. En Brasil, más del 80% de la deforestación se asoció a la conversión de bosques en terrenos de pastoreo.

La transformación de los bosques en zonas de pastos o en cultivos destinados a la producción de piensos para ganado también afecta gravemente a amplias zonas de África y Asia. Nadie duda, por ejemplo, que los grandes incendios registrados durante los últimos años tanto en la Amazonia como en Borneo tienen relación con los intereses de las industrias cárnicas.

En el período 2000-2010, se registró una pérdida neta de bosques de 7 millones de hectáreas anuales en los países tropicales y un aumento neto de los terrenos ocupados por los humanos de 6 millones de hectáreas al año. La mayor pérdida neta de bosques y el mayor incremento neto de terrenos agrícolas durante este período se produjeron en el grupo de países de ingresos bajos.

Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia
Bueno y Vegano Mayo 2017, Prensa Vegana Independiente y Gratuita.

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